Diario de León

Cómo sacarle los colores a París

La editorial Lumen reedita el ciclo de novelas autobiográficas de la célebre autora francesa Colette, mujer que escandalizó la Francia de la «Belle Epoque» con su personaje Claudine

Sidonie Gabrielle Colette en su mesa de trabajo, el día que cumplió los 77 años

Sidonie Gabrielle Colette en su mesa de trabajo, el día que cumplió los 77 años

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Tomás García Yebra - madrid
León

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Sidonie Gabrielle Colette era una tímida y modosita chica de provincias a quien el Altísimo le había regalado dos dones: unos preciosos ojos verdes y un gran desparpajo para contar -en la mesa camilla y entre amigos- historias de la vida cotidiana. Un día, Colette conoció al célebre periodista Henry Gauthier Villars, Willy , un granuja calvo y regordete que consiguió encandilarla. Atraído por la forma que tenía Colette de contar los sucesos más nimios, le pidió que los pusiera por escrito. La chica, en un principio, se negó. Le dijo que no sabía escribir. El periodista insistió. Ella, entonces, cogió la pluma y comenzó a redactar recuerdos de su adolescencia. Cuando acabó se los entregó. El periodista cogió la historia, la leyó y fue puliéndola sobre la marcha. Colette tenía talento, sus historias rebosaban espontaneidad, pero estaban contadas sin malicia y sin oficio. No importaba. La pimienta la puso Willy. Y también la firma. Fue así como nació Claudine en la escuela . La novela, en un principio, pasó sin pena ni gloria. Un golpe de fortuna (en este caso una frase de un conocido crítico literario de la época) cambió el destino de Colette y también el de Willy, quienes se habían casado en 1893, siete años antes de que apareciera la obra. «Esto no es literatura, es un ser de carne viva», decía la reseña. Unas palabras que lograron que se vendieran en unos meses 40.000 ejemplares. Tras esa obra vinieron, a título por año, Claudine en París , Claudine casada , Claudine se va y El refugio de Claudine , serie que ahora reedita Lumen en una preciosa edición presentada en un estuche. La mente de Willy (tenía varias decenas de negros a su cargo) urdió un maquiavélico plan para explotar el talento de su mujer. Hizo una versión teatral de Claudine en la escuela , interpretada por la vedette Polaire, que popularizó aún más al personaje. Luego, el avispado Willy lanzó la «moda claudine» (blusa escolar y corbata) y se paseó por todo París con Colette y Polaire vestidas del mismo modo. El periodista alimentó hábilmente la ambigüedad de las dos mujeres (a Colette la obligó a cortarse el pelo) con el fin de escandalizar a la sociedad bienpensante. La operación le salió redonda, pues los libros de Colette (Willy los siguió firmando durante años) se vendían como rosquillas. El matrimonio terminó yéndose al traste (él le puso innumerables cuernos), pero esta circunstancia no obstaculizó que Colette continuara publicando libros. En la obra Mis aprendizajes se vengó de todas las insidias de su ex marido. Aunque, a decir verdad, algo le quedó de su «escuela», pues siguió escandalizando y provocando -de acción y palabra- hasta el último de sus aliento. Murió en 1954.

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