Diario de León

Catedrático de Historia Contemporánea

«Una enseñanza democráticadebe condenar el golpe del 36»

En los diez últimos años la investigación sobre la Guerra Civil ha determinado que las víctimas del bando rebelde, aparte de las de las posguerra, fueron el doble que las de la zona republicana

Julián Casanova, en una foto de archivo, durante un acto público

Julián Casanova, en una foto de archivo, durante un acto público

León

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Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova es considerado «uno de los jóvenes catedráticos de la especialidad más brillantes». Entre sus obras destaca La iglesia de Franco , De la Calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939) , así como su participación en Víctimas de la Guerra Civil , entre otras. Hoy cierra en León el ciclo de conferencias De la esperanza a la tragedia , dirigido por Elena Aguado y Francisco Carantoña, de la Universidad de León. -¿Por qué parte de la sociedad española no reconoce 70 años después que fueron los militares los que se sublevaron a un régimen democrático? -Es el gran legado, la sombra del Franquismo. Fue tan insistente en legitimar el golpe de Estado, a su vez bendecido por la iglesia católica, y permeó de tal forma en la sociedad que hay un sector importante de la población controlada y educada bajo esa idea que no ha cambiado de registro. -¿A qué responde la inquietud de descendientes de represaliados por rescatar su pasado? -Es una reacción clarísima a la búsqueda de la verdad de un pasado oculto, más que un debate de posiciones históricas. Los historiadores rigurosos no tienen duda de que el origen de la Guerra Civil fue el golpe de Estado (del 18 de julio de 1936). La proyección social de la memoria histórica se debe al trabajo que hemos hecho los historiadores y a una sensibilidad política que hace pocos años no existía y a la que también contribuyen algunos medios de comunicación. Eso es lo que ha impedido a Rita Barberá construir encima de fosas con restos humanos en Valencia. -¿La iglesia católica ha cambiado su posicionamiento? -La iglesia estuvo implicada en la sublevación militar y se vengó muchísimo del bando perdedor. Pero en esa iglesia monolítica se abrieron grietas profundas en los años 60, la época de los curas obreros. Aunque la jerarquía al final del franquismo tenía una imagen de Franco como salvador, la iglesia a la muerte de Franco era más plural que ahora. El cambio lo produce Juan Pablo II con las beatificaciones y canonizaciones de mártires de la Guerra Civil, paradas por Juan XXIII. Con ello sigue humillando a cantidad de gente que nunca encontraron a sus muertos. Personas que ni siquiera aparecen en los registros porque fueron víctimas del «terror caliente» del verano del 36. En provincias como León, donde no hubo guerra, sí se produce ese terror caliente, con más intensidad, por ejemplo, que en Cataluña. Los descendientes ni siquiera tienen una tumba donde rendirles homenaje. La iglesia, en lo que respecta a la Guerra Civil, no ha asumido su pasado. -El anticlericalismo y los excesos con la iglesia son el principal argumento de condena al régimen republicano. -Las matanzas de curas y monjas fueron la mejor mercancía que vendieron los sublevados y después Franco. Pero en la república el anticlericalismo legal fue mucho más teórico que real. Fue un error entregar armas a gente que nunca las debió tener. La revolución de Asturias del 34 fue un grave error del Partido Socialista. Pero las masacres anticlericales llegan al ámbito internacional y nos las de Franco, porque hubo una ocultación, un apaciguamento. -¿Qué datos novedosos hay setenta años después? -En los diez últimos años se precisa que hay de 95.000 a 100.000 muertos en la zona de los militares rebeldes y unos 50.000 desde la posguerra al año 1945. Las asociaciones de la memoria hablan de otros 30.000 muertos que no figuran, pero yo creo que el «terror caliente», que no registraba las muertes, no pasa de los 16.000 muertos. En el área republicana hay 55.000 muertos, sobre todo en otoño-invierno del 36-37 y todas registradas. Son datos significativos. -¿Cómo se debe enseñar la guerra civil en la escuela? -La Dictadura, la Guerra Civil y la II República tienen que entrar en los programas, aunque la realidad es que hay una generación que perdió la oportunidad de estudiar estos temas en la transición. Es un déficit democrático y de enseñanza porque todo lo que ocurrió en el siglo XX es importante para comprender nuestro mundo, no sólo en España, sino en América Latina y en Europa. La condena del golpe de Estado del 18 de julio forma parte de una enseñanza democrática. -¿Cómo valora la posición de Zapatero frente a la memoria? -Es el primer político con sensibilidad hacia el tema, tiene antecedentes familiares, pero no se ha atrevido a sacar adelante una ley de memoria histórica por las presiones. En mi opinión, la transición dejó zanjadas, son intocables, las responsabilidades políticas; pero no ha habido resarcimiento moral de las víctimas republicanas. -¿Qué «mentiras convincentes» vende el revisionismo? -Que los rojos crearon un sistema de desorden caótico que desembocó en la guerra; o que si hubieran vencido, España sería un desastre, un país soviético. El bando republicano sólo hubiera ganado con el apoyo franco-británico, que nunca lo habría permitido. El triunfo del golpe de Casado (en 1939, para derribar al Gobierno de Negrín acusado de estar entregado al PCE) demuestra que de ejército comunista no había nada. En ningún país, excepto en Rusia, hubo posibilidades de insurrección obrera antes de 1945. La otra mentira convincente es que hay una responsabilidad colectiva en la guerra y que hubo tantas víctimas de un lado como de otro. Fecha: Hoy jueves a las 20.00 horas. Lugar: Biblioteca Azcárate (Sierra Pambley) Entrada: Libre y gratuíta.

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