Diario de León

Arteta volvió a emocionar a León

Junto a la Orquesta de Cadaqués, a las órdenes del legendario director sir Neville Marriner, ofrecieron un espléndido concierto

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Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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Comentábamos la víspera que cada visita de Ainhoa Arteta a León era acogida con llenos absolutos y carteles de no hay localidades. ¿La razón? Sencillamente, su exquisita elegancia canora unida a un saber estar en escena inteligente y comunicativo. Los asistentes que llenaban el Auditorio guardaron un minuto de silencio por el atentado de ETA. Arteta -quizá, casualmente- lució un traje negro. En esta ocasión tuvo que compartir escenario y aplausos con otro mito viviente de la dirección orquestal: el británico sir Neville Marriner, un versátil conductor que alcanzó sus mayores logros por los años sesenta y setenta con su magnífica St. Martin in the Fields y ha continuado paseando su arte y su señorío por todo el mundo al frente de orquestas y formaciones camerísticas del máximo prestigio. En León presentaron anoche un programa con el que últimamente ambos, solista y director, se encuentran cómodos y llegan al gran público de forma fácil y directa. La Elvira portuguesa (obertura), de Fernando Sor; Herminie, cantata para soprano y orquesta, de Juan Crisóstomo de Arriaga; y El sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, fueron las tres obras que pudimos disfrutar los numerosos leoneses y foráneos que llenaron a rebosar el palacio de la música. La Orquesta de Cadaqués siempre se ha caracterizado por un sonido homogéneo y brillante y, desde luego, no defraudó. Tanto la obertura de La Elvira, como El sueño de una noche de verano gozaron de la sabiduría y el buen hacer de un director como Marriner que conoce los arcanos de cada obra, que sube a los escenarios con el don del rigor y la exactitud y que sabe trasmitir lo escrito con la luminosidad de un cuadro de Botticelli. Sin apenas moverse, su gestualidad fue siempre parca y obstinada y no precisamente por los 84 años de marras que con toda dignidad lleva encima, sino porque sir Neville siempre fue un director sobrio, contenido, pero tremendamente eficiente, que no necesita de aspavientos para convencer o engañar. Sus lecturas son como indica el compositor y fiel a ellas mantiene ese pulso y esa tensión orquestal para obtener resultados como los de anoche, sencillamente espectaculares. La orquesta le respondió con precisión y el resultado fue el esperado. Obras magníficamente servidas, interpretadas y entendidas por el público a pesar de que alguna de ellas era la primera vez que se escuchaban en el Auditorio. El glamour de una voz Pasando a la siempre exultante voz de Ainhoa, volvimos a encontrala de nuevo con esa vocalidad luminosa que ha sido desde sus comienzos la marca de la casa. Con el glamour de quien se sabe poseedora de unas cualidades canoras importantes y las sabe explotar, la soprano tolosarra canta con honradez, sin utilizar los réditos de su hermosa voz sino los de su siempre generoso capital. Gran noche en el Auditorio, magníficos intérpretes y dos protagonistas indiscutibles, Neville Marriner y Ainhoa Arteta.

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