Diario de León
Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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DE TODAS las cosas chuscas que han pasado en los últimos días en el mundo de la tele, la que se lleva la palma es esa extravagante historia sobre las presiones de Franco para que Massiel ganara el festival de Eurovisión de 1968. Este asunto lo ha sacado, parece que no por azar, La Sexta dentro de su campaña de promoción de Rodolfo Chikilicuatre. El origen directo de la polémica, por así llamarla, son unas declaraciones de José María Iñigo, y el objetivo subyacente es, según se dice, presentar al chikichiki como emanación de la España democrática por oposición al oprobioso sello franquista del La, la, la . Todo en esta querella es tan disparatado que la primera reacción de cualquier ciudadano normal ante semejante boludez debería ser troncharse de la risa; pero la realidad cotidiana nos dice que el número de ciudadanos normales está descendiendo de manera alarmante, lo cual obliga a decir un par de cosas sobre la cuestión. Primero, habría que recordar que esto que ha contado Iñigo no es ninguna novedad: hace mucho tiempo que se conoce la intervención oficial para promocionar a Massiel en aquel festival del 68. Iñigo, con aire de Kipling, invoca nada menos que al Caudillo para atribuir la presión a su férrea mano. Eso no le consta a nadie. Lo que sí se sabe es que TVE y el Ministerio de Información y Turismo desplegaron mucho celo para conseguir que todo el mundo conociera a Massiel antes de su participación. Yo esto lo sé porque me lo ha contado gente que hizo aquel trabajo. El ministro de Información y Turismo era entonces Manuel Fraga, cuya carrera política posterior es bien conocida, y el director de TVE era un joven falangista que se llamaba Juan José Rosón y que luego adquiriría gran fama como ministro del Interior entre 1980 y 1982. Otros que se tomaron muy en serio la promoción fueron los chicos del Dúo Dinámico, autores del La, la, la y cuya sombra se extiende a lo largo de siglos en la música española, con una longevidad sorprendente (incluso sospecho que la verdadera identidad de Indíbil y Mandonio, caudillos ilergetes, era la de Manolo y Ramón). Como podemos imaginar, todos los demás países estaban haciendo exactamente lo mismo para promocionar a sus respectivos concursantes. Lo hicieron entonces y lo han seguido haciendo después. En aquella ocasión, los ingleses, muy ufanos de su Cliff Richard, que era el principal candidato, no se tomaron demasiadas molestias para asegurar la victoria de quien consideraban seguro vencedor. Les pasó como al almirante Vernon ante Blas de Lezo en Cartagena de Indias: los españoles les dieron para el pelo. Jamás hubiera imaginado Franco que un día alguien le atribuiría el mérito de esta victoria. La de Eurovisión y Massiel, quiero decir.

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