El niño pollo y el niño pez, dos nenes maravilla en la Berlinale
efe | berlín
La Berlinale trajo ayer, en sus secciones principales, dos versiones distintas de nenes prodigiosos: Ricky , el bebé volador de la película del francés François Ozon, y El niño pez , de la argentina Lucía Puenzo. La primera, la del director de Ocho mujeres (2002), presenta el portentoso caso de una pareja feliz, pero pobre, formada por Alexandra Lamy y Sergi López -en el papel de Paco, un emigrante español-, que tiene un bebé al que de pronto le salen alas.
No se trata de alas angelicales, más habituales en el mundo del celuloide, sino más bien semejantes a las de un pollo despellejado, primero, o una gallina con plumas, mucho después.
Lejos de traer rechazo o repulsión, los padres parece que incluso superan sus dificultades de pareja gracias a la criatura, un nene de verdad hermosísimo.
Ricky es una de las 18 aspirantes a los Osos y se proyectó en la sección oficial, mientras que en Panorama se exhibía El niño pez , de Puenzo, una historia de amor entre dos chicas en la que aparece una suerte de infante legendario que arrastra a los incautos bañistas al fondo de un lago paraguayo. La guarida del niño pez encarna el paraíso soñado de dos amigas adolescentes y enamoradas.
Berlín, lluvioso y vomitando
Los amantes de buscar similitudes en los filmes que se van proyectando en el Festival de Cine de Berlín dieron ayer al menos con una: la película que abrió la Berlinale, The International , y la que le siguió ayer, The Reader , empiezan con una imagen de Berlín, lluvioso, y con un personaje que de pronto vomita en plena calle.