Diario de León

Reportaje | ángela gilabert

El arte de hacer un libro

Gregorio Fernández Castañón es el creador intelectual y material de una trilogía que versa sobre León, objeto de deseo de bibliófilos y coleccionistas

Gregorio Fernández Castañón, autor de «Ríos de pasión y fuego», mientras completa uno de

Gregorio Fernández Castañón, autor de «Ríos de pasión y fuego», mientras completa uno de

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Hay pasiones que requieren más dedicación y tiempo que otras, y una de esas filias la encontramos en casa del escritor leonés Gregorio Fernández Castañón. Él no se limita sólo a escribir los libros, también complementa la edición con multitud de detalles.

Hace doce años se embarcó en una inusual aventura: escribir una trilogía sobre León y completar su edición con diversos objetos, como vidrios o plumas, que en muchos casos él mismo buscaba. El león de mi tejado fue el primero de los tres libros, al que siguió Sangre de roble , luego completada con Ríos de pasión y fuego , el último de la saga y que será presentado el próximo 8 de octubre.

La última obra ya está impresa, pero a los 1.034 volúmenes les faltan unos detalles que el autor añade personalmente para completar la edición. En la portada pega una pieza de cerámica inspirada en la alfarería tradicional jiminiega, realizada por los artesanos del taller de Cosamai de Astorga y decorada por Aurelia Cardo González, quien plasmó el dibujo de cada pieza con plumas de las alas derechas de las gallinas. Los temas de estas piezas son, por ejemplo, las estaciones del año, la nieve o la lluvia. Todo inspirado en la tierra leonesa.

Conseguir un trébol de cuatro hojas es dificil, más aún uno de cinco o seis. Pero Fernández Castañón se empeñó en conseguir 1.034, como mínimo, para que cada ejemplar de su libro tuviera uno y, por qué no, también para dar suerte a sus lectores, como dice la tradición sobre esta planta. El proceso de recolección continuó con el prensado y secado de cada ejemplar encontrado para, finalmente, pegarlo en el libro.

En la página 143 de Ríos de pasión y fuego , los lectores podrán encontrar una reproducción en piel de El escribano hecha por Santiago Castelo Manso.

Una pluma real de paloma, metida en un tintero dibujado, es otro de los detalles que hacen especial a este libro. Y para completar esta serie de genialidades se añade un grabado. El autor escoge al azar uno de los treinta y cuatro modelos realizados por el aula de talleres de Asprona en León, en el centro San Nicolás de Bari. Son dibujos de carácter infantil, solicitado expresamente por el autor, pero muy leoneses. Hay escenas de la tierra como segadores, vendimiadores o elementos característicos de nuestras comarcas.

En total son 19 alegorías diferentes en las cerámicas, 34 tipos de grabado, plumas y tréboles verdaderos y una reproducción en piel. La combinación de estos elementos hace que cada libro sea único y de ello queda constancia en la certificación personal del autor que numera la serie limitada de esta edición y la sella para verificar su autenticidad.

Trabajo laborioso sin duda pero que ha llevado al autor a afirmar que el tema leonés «daría para dos o tres libros más, pero estoy cansado, por no decir harto, de León, lo digo porque me tiraron jarros de agua fría y me cerraron puertas cuando investigaba. Ahora me dedicaré a escribir novelas».

Pero tanto trabajo tiene su recompensa. Actualmente ya tiene reservado alrededor de doscientos ejemplares. «Muchos me los demandan gente de América e Inglaterra. Gente bibliófila que sigue mi trabajo desde los comienzos», declara.

Pero no hay que dejar de lado el perfil de escritor, de creador literario, de Fernández Castañón. Este volumen narra historias y vivencias del Valle del Silencio o de la Cabrera, entre otras zonas de la tierra leonesa. «Busco aquello que todo el mundo conoce pero al mismo tiempo desconoce», asegura.

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