Hallan en Cascalerías los restos del «auténtico» palacio de don Gutierre
Las obras de arreglo de la calle sacan a la luz parte de los cimientos del inmueble, que fue destruido a finales del XIX. El actual palacio es el de los Villafañe y Tapia
El objetivo de estos trabajos es pavimentar de nuevo la maltrecha calle de Cascalerías.
La actual calle de Cascalerías sigue siendo una caja de sorpresas históricas y de curiosidades relacionadas con el pasado de la ciudad, pues si hace cuatro años ofrecía a los leoneses, en uno de sus solares, unas insólitas vistas del antiguo anfiteatro romano (que ya se han acondicionado en un recinto arqueológico, visitable a partir de este otoño) y hace casi una década la cripta con canalizaciones y galerías romanas (abierta sólo para visitas guiadas), ahora se han descubierto en ella parte de la cimentación del «verdadero» palacio de Don Gutierre.
Las obras de arreglo de la calle, enmarcadas en el plan municipal de arreglo y renovación del pavimento del casco antiguo leonés, han sacado a la luz estos restos a lo largo de la calle y en la esquina de Cascalerías con la plaza de Don Gutierre, justo donde se alzaba el palacio del caballero leonés Gutierre Fernández, paladín de los reyes Alfonso VI y Alfonso VII.
El arqueólogo Fernando Miguel Hernández ya hizo ver en su día cómo el que hoy llamamos «palacio de Don Gutierre» no es tal, y de esta manera lo explicaba en un artículo en el Diario: «Este palacio (...) no es el de Don Gutierre, pues éste se situaba en el ángulo de la calle Cascalerías con la plaza, en el lugar del edificio Cárdenas, tal y como ya señaló y describió José María Cuadrado en 1855, y que fue destruido a finales del siglo XIX. De él sólo quedan unos restos de su fachada clasicista, que se custodian en el claustro de San Marcos del Museo de León, con la inscripción omne solum viro forte patria est («la patria sólo es para los hombres de valor»). Tras su desaparición, el pueblo de León debió trasladar ese calificativo al único palacio que quedaba en la plaza, y que está adornado con un escudo perteneciente a la familia Villafañe Tapia Herrera, la que lo construyó».
Así, sobre ese antiguo palacio se levantó, en torno al año 1900, un edificio de viviendas diseñado por el afamado arquitecto Manuel de Cárdenas, y que hace unos años fue objeto de una modélica rehabilitación.
Se da la curiosidad de que los locales ubicados en la planta baja de ese edificio aún muestran señales de la presencia de aquella casona señera, como el establecimiento hostelero situado en la misma esquina y las bodegas, hoy cerradas, que se encuentran un poco más arriba, ya en plena plaza. Dado que algunas partes de la fachada (el dintel con el lema citado y el fragmento de un friso) ya están conservadas, todo apunta a que estos restos serán estudiados y que, de no aparecer algún resto de más valor, queden pronto debajo del nuevo pavimento.