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reportaje | fernando ruiz de esquide

Mou eclipsa a Pep

La irrupción del polémico técnico desafía la hegemonía de Guardiola

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Cada vez que Florentino Pérez pregunta a su espejito mágico por el equipo más guapo de la Liga y éste, con cruda sinceridad, le responde Barcelona, tiembla el mercado futbolístico.

Agotada en blanco el pasado ejercicio la política de maxitalonario —Cristiano Ronaldo, Kaká y Benzema por cerca de 200 millones de euros— el presidente del Real Madrid ha variado su estrategia para intentar quebrar la hegemonía azulgrana, que en tiempos de exacerbada bipolaridad es lo mismo que hablar de sequía en el Bernabéu. El brusco viraje saca de foco a los futbolistas para iluminar a la gran estrella, ahora situada en el banquillo: el conseguidor de títulos.

José Mourinho (Setúbal, 1963) es sin duda a priori el nombre propio de la competición 2010-2011. Acaparador de galardones en Oporto, Chelsea e Inter, del que aterriza coronado por un histórico triplete que se llevó por delante al equipo catalán en la Champions, el prestigioso y polémico técnico portugués ha desbancado además a Figo como enemigo número uno del barcelonismo. El morbo se dispara. La competición que arranca esta semana llega precedida de un torneo anterior cuyos números gritan por sí solos. Barcelona (99 puntos) y Real Madrid (96) abrieron distancias siderales que para el resto de equipos sólo pueden medirse en años luz. Cualquier intromisión en otro enconado mano a mano entre culés y merengues por el título de Liga resultaría tan sorprendente que casi parece descartado por definición. Entre ambos se han repartido los seis últimos trofeos: cuatro para el Barça (2005-2006-2009-2010) y dos para el Madrid (2007-2008).

Al imperio de los sentidos futbolísticos donde habita el club azulgrana desde las seis copas de 2009 siempre ha respondido el conjunto madrileño con ese congénito espíritu competitivo que, como el escudo, va cosido a la camiseta blanca desde hace décadas Éta será también la campaña post Mundial de Sudáfrica, ese verano mágico que ha catapultado a la Roja al Olimpo del fútbol y ha engullido la pretemporada de los mejores jugadores nacionales, al punto de disputar sin preparación el esperpéntico amistoso en México. Si las secuelas de la falta de descanso —grave lesión de Kaká— han comenzado a emerger, la experiencia dice que sólo será la punta del iceberg en otro ejercicio saturado de partidos para los dos grandes, cada vez más envueltos en el celofán de las exigencias comerciales y menos respetuosos con las necesidades deportivas de sus futbolistas. El color del dinero asiático puede incluso trasladar algunos partidos a las tres de la tarde, algo así como si en Inglaterra pretendieran sacar a los hinchas del pub para llevarlos al estadio un sábado a las diez de la noche.

Mourinho perdona los errores pero nunca las traiciones y como tal se toma cualquier licencia individual que afecte negativamente al colectivo. La anarquía del díscolo ariete Balotelli, una situación que parece repetirse con Benzema, probó la ley del portugués en Milán, que le sentenció a la grada por la vía rápida.

Llega la era de José Mourinho, bautizado The Special One en Londres tras advertir en su presentación en el Chelsea que pedía disculpas de antemano por ser «arrogante y especial». El luso afronta su desafío anti Barça cuyo objetivo es acelerar el ocaso del dominio azulgrana en las dos últimas campañas para buscar un amanecer blanco en la Liga y en Europa. Desde la Masía responde Bojan. «El Madrid no puede fichar a los mejores, porque están aquí». La Liga lo verificará.

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