Diario de León

| javier | FERNÁNDEZ

«Infierno Verde»-¦ ya no tanto

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León

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L o del «Infierno Verde», pasó a la historia-¦ sigue Nürburgring.

Aquellos 23 kilómetros del viejo Ring, así bautizados por Jackie Stewart, ya no son tan infernales (sobre todo porque no se corre «precisamente» allí), lo que no empece para que el moderno Ring siga manteniendo una aureola de circuito difícil; bien sea -que lo es- por su cambiante meteorología (pista seca en un extremo e inundada en el otro, casi como en el antiguo Infierno); bien, y sobre todo, por su condición de trazado mixto: comprometido compromiso -valga la redundancia- entre prestaciones mecánicas y carga aerodinámica-¦ auténtica reválida para todo ingeniero que se precie. Eso, por no hablar de adelantamientos difíciles -para «variar»- y desgaste particularmente alto de los neumáticos traseros a lo largo -y ancho, no demasiado- de los 5,1 kilómetros y 60 vueltas a las que se pacta, este domingo, la cita germana que, como la húngara dentro de otros siete días, se presume clave para las aspiraciones de Il Cavallino tras la «histórica» victoria de Fernando Alonso en Silverstone.

Tal parece que soplen nuevos vientos -aerodinámicos- en La Scuderia a resultas de las modificaciones -aerodinámicas, precisamente- llevadas a cabo en el 150º Italia y no sólo -que también- por la «pata» de los de Red Bull en boxes; algo a lo que, dicho sea de paso, tampoco han sido precisamente ajenos los de Maranello en los últimos tiempos. Claro que, como en otros Grandes Premios de la presente temporada, ya hay quien se apresura a sostener que los nuevos dispositivos, el Kers y el alerón móvil, podrían variar la tónica de adelantamientos; bueno-¦ eso se ha venido diciendo antes de algunas otras careras y, al final, nada entre dos platos.

Por la experiencia de anteriores citas en este nuevo Ring, que casi sólo comparte su pintoresco enclave boscoso con el verdadero Infierno, una cosa parece estar meridianamente clara: merced a la apreciable distancia entre la línea de salida y la primera curva, una horquilla en la que se frena de pánico, pasando de 7ª a 2ª, o de 297 a 79 por hora si lo prefiere el lector, en un pis pas, que desemboca en una larga ciega-¦ la emoción está asegurada -como los presumibles toques- en los primeros compases de una carrera que deberá tener su punto álgido en la «Halgenbach Bogen», una curva tan abierta, y que se negocia tan a fondo, que se considera más como una recta.

Así que, atentos a la hora en punto, las catorce del domingo, como también conviene estarlo cuando los pilotos aborden la chicane NGK, donde, por su ambivalencia de trazado (por la derecha o por la izquierda, según cada cual en cada momento) podrán verse -presumiblemente- los mejores adelantamientos, los más «ajustados» intentos-¦ al menos. Por cierto, para los amantes de las curiosidades, en «este» Nürburgring, tiene ya bautizada su tribuna (entre la curva Ford y la Dunlop) uno de los jóvenes protagonistas del Mundial: Sebastian Vettel, por su condición de ribereño ídolo local-¦ aunque no sólo -por eso-, se supone. Pues eso, nada como un escenario local, para volver a poner en apuros al ribereño Vettel; ¿será verdad? A lo mejor-¦

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