Diario de León

fórmula 1. EL SUCESOR DE SCHUMACHER

Alonso tiene heredero

T. ras la victoria en Monza, Vettel está a un GP de proclamarse el bicampeón del mundo más joven de la historia, uno de los récords que le quedaban al asturiano.

Sebastian Vettel, de Red Bull Racing, y el piloto asturiano Fernando Alonso, de Ferrari.

Sebastian Vettel, de Red Bull Racing, y el piloto asturiano Fernando Alonso, de Ferrari.

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d. Sánchez de castro | madrid
León

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A sus poco más de 24 años, Sebastian Vettel está batiendo, prácticamente cada día, todas las marcas de precocidad que se pueden pedir a un piloto. El de Kerpen ya tiene en su haber el récord de campeón del mundo más joven de la historia, título que le arrebató a Lewis Hamilton, y ya está a una carrera, si se cumplen ciertas premisas, de reeditar éxito y levantarle a Alonso el honor de ser el bicampeón más joven de la historia.

Todo le está saliendo bien a Vettel. A diferencia del año pasado, Mark Webber se diluye carrera tras carrera, y ha sido este pasado fin de semana donde el australiano ha dejado su status más bajo en toda la temporada. Sin un rival dentro de casa, y teniendo un monoplaza notablemente superior al del resto, como demuestra ese medio segundo que le endosó en la clasificación a los McLaren o la espectacular pasada por la tierra que le hizo al asturiano el domingo, a Vettel le está saliendo todo a pedir de boca.

Una máquina perfectamente engrasada La Fórmula 1 es, cada día más y a falta de saber lo que ocurra con los cambios de motores en 2013, una competición de ingenieros.

Los pilotos son, a diferencia de lo que ocurría hace una década, unos trabajadores más, que deben estar al servicio de unos hombres que les crean monturas acordes a lo que creen que puede funcionar mejor para ganar. En esta batalla, el claro ganador, y por KO, es Adrian Newey.

El ingeniero que creó el pésimo Williams con el que Ayrton Senna perdió la vida ha encontrado en Red Bull la libertad necesaria para hacer y deshacer a su antojo. Sus diseños son copiados desde hace ya un par de temporadas por todas las escuderías, como otrora pasaba con los de Ross Brawn, responsable de aquel F2002 con el que Schumacher barrió en 2002, o Bob Bell, que firmó los planos del fantástico R25 con el que Fernando Alonso estrenó su palmarés de títulos en 2005.

Aunque aquella temporada no fue tan insultantemente superior como lo ha sido este año Vettel con su RB7, lo cierto es que Alonso contaba con un monoplaza que sí tenía cierta ventaja sobre aquel McLaren que llevaba Raikkonen o sobre el Ferrari que montaba por aquel entonces Schumacher.

Vettel lo tiene «fácil». El alemán no va a tener que sufrir para subirse otra vez a lo más alto. Su dedo índice, que tantas bromas y chanzas le ha causado, incluso entre los propios pilotos del paddock, que le «vacilan» al respecto, volverá a estar en lo más alto, si no es en Singapur, en Japón o, a mucho tardar, en la India. A menos que haya una debacle y no mantenga, como mínimo, lo que ha logrado este año. Su media de puntos es escalofriante: 21,85 tantos por carrera.

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