Diario de León
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OPINIÓN FELIPE LLAMAZARES DIRECTOR GENERAL DE LA CULTURAL
León

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A lo largo de mi vida he sido jugador, entrenador, árbitro, padre de jugador y directivo en distintos deportes y en todas las categorías. Como espectador he podido ver incontables partidos de deporte base por campos de toda España, especialmente en León y Madrid. Creo que este bagaje de vivencias me acredita como profesional del deporte con suficiente conocimiento para hablar de la problemática del árbitro en el fútbol de base.

La solución es extremadamente sencilla y está en manos de todos los que conformamos el deporte de base: clubes, entrenadores, padres, árbitros, federativos, medios de comunicación y legisladores. Intencionadamente dejo fuera a los jugadores porque, aunque sean los protagonistas por excelencia, estamos hablando de menores de edad de los que somos responsables todos los demás.

Y eso es lo que tenemos que hacer. Ejercer sin disculpas y sin demora nuestra responsabilidad desde la posición que nos toca en cada momento. Esto, o seguir sacando hipócritamente mensajes de condolencia cada lunes por los sucesos del fin de semana.

Clubes: nuestra responsabilidad es la formación de los niños, como jugadores y como deportistas. Esto nos exige abanderar de forma activa el máximo respeto y deportividad al trabajo de todos los implicados en el juego. Nos implica elaborar y aplicar a rajatabla los reglamentos que prohíban a nuestros entrenadores y cuerpos técnicos dirigirse al árbitro para cuestionar acciones de juego. Debemos aplicar el baremo de tolerancia cero en este apartado.

Entrenadores: nos corresponde exigir a nuestros jugadores y a sus padres que mantengan el mismo grado de autocontrol y respeto que el club nos obliga y apartar a aquel que no sea capaz de controlarse. El árbitro no puede ser una excusa. Debemos considerar el arbitraje como un factor meteorológico más, sobre el que es imposible influir, y asumir que, a veces, no resulte favorable para nuestros intereses. Debemos conocer y enseñar el reglamento a nuestros jugadores y transmitirles que el árbitro es la máxima autoridad en el campo. Terminado el partido, existen procedimientos administrativos para apelar en caso de disconformidad.

Padres: nuestra responsabilidad es la educación y cuidado de nuestros hijos. Debemos apoyar las decisiones de nuestros hijos a la vez que orientarles. Igual que elegimos el mejor centro escolar, intentaremos escoger el club que mejor colabore en la formación de nuestros hijos y seremos coherentes con esta decisión. De la misma forma que debemos confiar en los profesores, confiaremos, respetaremos y respaldaremos las pautas que el club y los entrenadores nos marquen. Los clubes orientaremos, aconsejaremos y ayudaremos a los padres en este difícil viaje de acompañar a nuestros hijos en su caminar por el deporte. El club marcará las pautas de comportamiento y como club tendremos la responsabilidad de, una vez informados, apartar al niño cuyos padres no sigan las normas establecidas.

Federativos: en los comités sancionadores está la responsabilidad de ser mucho más enérgicos y contundentes con las sanciones que emanan de este tipo de acontecimientos. Hay que eliminar radicalmente de nuestras competiciones a los clubes que no protejan a los jueces de la competición: los arbitros.

Legisladores: el Consejo Superior de Deportes tiene la competencia de incluir en la Ley del Deporte como deportistas a los árbitros y a la vez investirles de la autoridad que les corresponde por su función, al igual que jueces y policías, para que todas las afrentas o agresiones sean tratadas en el código penal con esa gravedad. Algo que en algún otro país sucede.

Árbitros: como en todos los colectivos hay árbitros buenos y menos buenos pero todos ellos tienen los comités respectivos que forman, evalúan y gestionan para que estén los mejores en cada categoría. A los dirigentes arbitrales les corresponde mejorar el nivel del arbitraje y articular las sanciones oportunas en su caso.

A los medios de comunicación pedirles su colaboración en la exaltación de ejemplos positivos y apoyar sin fisuras al resto de actores en la tolerancia cero ante incidentes. También pedirles que cedan espacios para el desarrollo de formación e iniciativas de educación en valores a través del deporte y fair play.

No nos quedemos en condenar actos, ¡Hagamos algo por cambiarlo! ¡Tomemos decisiones en nuestros clubes rápido! Nosotros, en la Cultural y Deportiva Leonesa, ya las hemos tomado. Los entrenadores no se pueden dirigir a los árbitros para nada que no sea saludos cordiales y educación. Quien no siga estas normas… ¡no encaja en este club!

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