Diario de León

Bolt se gana la eternidad

Solo le queda el relevo 4x100 con Jamaica después de dominar también el 200

Bolt besa la pista del Estadio Olímpico tras ganar el 200.

Bolt besa la pista del Estadio Olímpico tras ganar el 200.

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GERARDO PRIETO / RÍO DE JANEIRO
León

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Usain Bolt ya es tricampeón olímpico en 200 metros, después de haber firmado su tercer título en los 100 el domingo pasado. Y probablemente esta madrugada del sábado español complete el 'triple triple', nueve oros en tres Juegos Olímpicos consecutivos, si Jamaica gana el relevo 4x100, aunque esto ya no depende solo de él.

Sea cual fuere el resultado en el relevo corto, el jamaicano entra a toda velocidad en el Olimpo de los más grandes para quedarse. Con su camiseta 'canarinha' en la cancha de Pelé, en unos juegos celebrados en Brasil y junto al cuadrilátero celeste de Muhammad Alí,fallecido hace unos meses.

Son seguramente sus últimos Juegos Olímpicos. Bolt cumple 30 años el domingo, el día de la clausura. Aquí ha vuelto a insistir que piensa llegar a los de Tokio, en 2020, aunque sus patrocinadores y la IAAF, presidida por el británico Sebastian Coe, insinuaron que el astro jamaicano estará en el Mundial de Londres el año que viene. Y es que la edad y los hectómetros, en su caso a velocidades de vértigo, no perdonan.

El mejor Bolt alcanzó su cenit en los Juegos de Pekín 2008 y en el Mundial de Berlín, en el que paró el crono en 9.58 y 19.19, los récords de 100 y 200, registros inalcanzables para el resto de los mortales y que se presupone van a durar mucho tiempo. Eso dijeron los especialistas cuando el etíope Haile Gebrselassie acumulaba plusmarcas mundiales en distancias largas en cada reunión atlética, poco antes de que Kenenisa Bekele las pulverizara sin ninguna compasión para con su maestro.

 

ALGÚN PROBLEMILLA

A partir de los topes mundiales logrados en 2009 en la capital alemana, en el mismo estadio en el que se consagró Jesse Owens en 1936, las marcas de Bolt han experimentado un descenso continuado, y la distancia con sus rivales, en la mayoría de los casos, ha mermado. Una centésima le separó de Justin Gatlin en los 100 metros del Mundial de Pekín, el año pasado, durante su temporada más floja.

En Río ha ganado el 200 con la peor de sus marcas en campeonatos (19.78). Cierto que la pista estaba mojada y el viento soplaba ligeramente en contra (- 0,5 metros por segundo). Aun así, Bolt lo intentó. Quería dejar el mejor recuerdo posible para una 'torcida' que le adora y que solo ha llenado el estadio para verle, para contarle a los nietos que estuvo a unos metros del más grande, no solo por su tamaño y a pesar de las colas interminables para entrar en el 'Engenhao', nombre popular del Estadio Olímpico.

Bolt corrió con muchas ganas una curva memorable, pero a falta de 50 metros su cuerpazo no daba para más. Su inhabitual gesto de esfuerzo en la llegada lo dice todo. Por primera vez se vio un quiero pero no puedo del velocista más relajado y suelto de la historia. Lo reconoció nada más terminar, en un gesto de humildad que le hace aun ser más enorme y más querido.

"Corrí muy fuerte en la curva, pero en la recta mi cuerpo no respondió", confesó el 'Relámpago', ligeramente crispado en los últimos metros y puede que decepcionado por un instante al mirar el reloj de pista. Acabó en 19.78, el mismo tiempo que en la semifinal y escoltado por el canadiense Andre de Grase, su escudero también en los 100 metros.

UN GRAN LEGADO

Solo un minuto más tarde, Bolt besaba la línea de llegada y sonreía, repartiendo alegría y buen rollito, como siempre, al ritmo de 'One love', el tema de Bob Marley que el astro jamaicano ha colocado en séptima posición en su lista de Spotify, con la que calienta motores a través de sus auriculares antes de la competición.

"No necesito probar nada más", concluyó. Ni nada menos. El tamaño y la trascendencia de su historial, el carisma y la facilidad para comunicar lo mejor de sí mismo, su carácter alegre y desenfadado, serán también récords difíciles de superar.

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