Diario de León

Fútbol | Primera División

La gran obsesión del Barça

Messi apunta a la Champions como el principal objetivo de un equipo que aún recuerda la debacle de Anfield La humillación ante el Liverpool dejó secuelas

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P. Ríos | Barcelona
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Acaba el año de la segunda Liga consecutiva de Ernesto Valverde en el banquillo del Barça, la octava de las últimas once disputadas o décima de las últimas quince. En definitiva, la confirmación de la hegemonía azulgrana en la historia reciente de la competición de la regularidad. Termina el año del sexto Balón de Oro de Leo Messi, que además también ganó su sexta Bota de oro y su sexto Pichichi, una barbaridad sólo al alcance del mejor jugador del mundo y de la historia del fútbol. Quién sabe si en un futuro se recordará también como el año del debut oficial de Ansu Fati con 16 años en el primer equipo culé y de su récord como goleador más joven en la Liga de Campeones, ya con 17. Pero 2019, desafortunadamente para el Barça, siempre será el año de la debacle en Anfield.

Es lo que tiene confesar desde el inicio de la pasada temporada que el gran objetivo era la Liga de Campeones. Pecó Messi de sincero con aquel mensaje a la afición en la presentación de la plantilla con motivo del Trofeo Joan Gamper 2018. «Prometemos que haremos todo lo posible para que esa copa tan linda y tan deseada por todos vuelva a estar acá», proclamó el capitán con el micrófono en la mano, sabiéndose en deuda con los barcelonistas por lo sucedido en aquellos cuartos de final ante la Roma, que remontó con un estrepitoso 3-0 en el Olímpico el 4-1 del Camp Nou. Todo eso sucedió en 2018, pero fue imposible no recordarlo aquel 7 de mayo de 2019, cuando se repitió la historia en Liverpool.

O mejor dicho, fue peor todavía porque esta vez se trataba de la semifinal de la Liga de Campeones y el equipo azulgrana acariciaba la final. El Liverpool dio la vuelta al 3-0 de la ida en el Camp Nou con un 4-0 insultante por numerosos motivos: Salah y Firmino, además de Naby Keita, eran baja por lesión y el 4-0 definitivo en el 79’ de Origi, héroe inesperado con un doblete como sustituto de los citados, llegó tras un córner cómico. Alexander-Arnold, lateral, lo provocó y amagó con volver a su demarcación, un leve movimiento que hizo que todo el Barça diera la espalda a la jugada y que Ter Stegen se dedicara a animar a sus compañeros. Pero el joven inglés volvió muy rápido sobre sus pasos, sacó desde la esquina y con un simple pase raso dejó solo a Origi en el primer poste, que marcó sin oposición.

El Barça había hecho los deberes hasta ese día y Messi había cumplido con su palabra, logrando 12 goles en el torneo, dos de ellos en el 3-0 de la ida ante los de Klopp, uno con una falta extraordinaria y lejana que entró por la escuadra. También había maravillado el argentino en octavos ante el Olympique de Lyon y en cuartos de final contra el Manchester United, que no fue rival para un equipo azulgrana que en aquel momento parecía lanzado a por el triplete.

El Barça había conquistado la Liga con mucha antelación, un hecho que le permitió reservar titulares en los compromisos previos a la visita a Anfield. Ya estaba clasificado también para la final de la Copa del Rey tras eliminar al Real Madrid en semifinales con un 0-3 en la vuelta en una semana en la que también tomó el Santiago Bernabéu en la Liga (0-1). Nada invitaba a pensar que aquella catástrofe era posible. Pero sucedió. Fue un desastre deportivo de los que dejan secuelas psicológicas que aún lastran al equipo. A Messi no le penalizó para los trofeos individuales, pero se quedó sin poder disputar una final que el Barça no juega y gana desde 2015.

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