Diario de León

De Jong reanima a los Países Bajos de Louis van Gaal

Cody Gakpo celebra con su compañero Frenkie de Jong uno de los dos goles de Países Bajos. NOUSHAD THEKKAYIL

Cody Gakpo celebra con su compañero Frenkie de Jong uno de los dos goles de Países Bajos. NOUSHAD THEKKAYIL

Publicado por
José Carlos Carabias
León

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Países Bajos dejaron frío al personal en su estreno en Catar. Fútbol pasivo e insípido ante la vertiginosa Senegal, más lucida y menos rígida en el duelo del grupo A. Sin Mané le falta casi todo a los africanos. Aun así el campeón de África comprometió a los holandeses, que respiraron cuando Frenkie de Jong vio el avance de Gakpo y le puso un pase delicioso. Victoria (2-0, luego Klaassen) para la antigua Holanda sin emociones.

Senegal, sin el futbolista que construye hospitales y no conduce Ferraris (Sadio Mané), y Países Bajos, antes llamada Holanda, con el irritable Louis van Gaal en el banquillo, se miden en duelo singular. El mejor equipo de África y el eterno aspirante a ganar un Mundial. En apariencia una potente puesta de largo entre el colorido pimpante de los senegales y la opulencia nunca premiada de los tulipanes.

El encuentro amanece en paridad. Nadie impone su estilo en un estadio que se supone con hinchas de verdad, miles de camisetas naranjas y amarillas en la grada. Holanda pretende juego raso, denso y más bien lento, posesión y jugada masticada. Senegal quiere otra cosa: zumba y velocidad, transiciones rápidas, fútbol físico en disputa del rechace.

En Países Bajos despunta su defensa, con Van Dijk al mando de la operación. El central del Liverpool exhibe musculatura, posición y criterio. También Frenkie de Jong, quien se suelta el pelo para construir eslalons, distribuir a izquierda y derecha y meter otra marcha a su selección, tan premiosa.

Holanda, una selección que siempre tuvo pedigrí en el ataque (Cruyff, Resenbrink, Van Basten, Van Nistelrooy, Bergkamp, Kluivert), es ahora un erial por ese sector. Dos delanteros sin vuelo, Janssen y Bergwijn, muestran las carencias de la escuela del Ajax que tanta calidad produjo en el pasado.

Senegal es un grupo entusiasta, de esos que encandilan a los aficionados y provocan la simpatía general. Una selección a la que cualquiera puede desear lo mejor. Su fútbol es dinámico y directo, en las antípodas del guardiolismo, gente que busca la carrera o la victoria en el duelo y que tiene centro del campo por obligación.

Hay ocasiones compartidas, sobre todo para Países Bajos. Muchas llegadas al área a la que falta visión de juego primero y después colocación para el remate. De Jong, que falla una ocasión clarísima por exceso de recortes, crece con el paso de los minutos y lo nota su equipo. Senegal amenaza en estrategia, balones parados y contragolpes. Cisse no llega, Diatta chuta alto, Sarr la pega con demasiado efecto.

El partido decae sin remedio en el segundo acto. Entre las incesantes pérdidas de balón, los parones en el juego, las lesiones y el carrusel de imprecisiones de Países Bajos, el encuentro se viene abajo. Holanda fía su suerte a los saques de esquina y similares, acciones en las que la envergadura de Van Dijk se impone siempre. Faltan en su equipo los pasadores de precisión, gente con técnica para ponerla dónde desea. Van Dijk caza un par de cabezazos al vuelo, pero no hace diana.

El partido languidece entre el cansancio y los cambios insustanciales (Memphis). El gobierno sin chispa de Países Bajos no ha lastimado a Senegal, que encuentra la forma de lanzar zarpazos (Dia, Gueye) y comprometer al portero Noppert. Con el encuentro cuesta abajo, aún queda tiempo para que la calidad imponga su ley. Frenkie de Jong, el mejor del partido, observa la llegada de Gakpo, su irrupción por sorpresa por el centro, y pone un balón dulce, profundo, solo para peinarlo. Lo hace Gakpo ante la salida tardía de Mendy. Y en el tiempo extra Klaassen para ganar el estreno en el Mundial.

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