La maldición de Sierra Nevada

El primer descenso, previsto para el sábado, tuvo que suspenderse por falta de visibilidad, en primera instancia, y, sobre todo, por el exceso de nieve que había caído en las horas previas, que impidió el acondicionamiento de la pista Veleta para la disputa de la más arriesgada de las disciplinas del esquí alpino. Sol radiante y cielo azul. Esas fueron las constantes que imperaron durante toda la jornada dominical en Sierra Nevada. Pero en esta ocasión el problema fue el viento, que, sobre todo en la parte alta de la pista y, en especial en la zona del «Salto Jerónimo» -por encima de los 50 kilómetros a la hora-, obligaron al jurado técnico de la Federación Internacional de Esquí (FIS) a la suspensión definitiva de la prueba. El fantasma de 1995, cuando por falta de nieve se tuvieron que aplazar los campeonatos del mundo de esquí alpino -organizados con éxito un año después- vagó de nuevo por Sierra Nevada. Ahora la mala suerte fue de otro modo. Las inclemencias atmosféricas ya se habían puesto en contra durante toda la semana. Después de tener que suspenderse los entrenamientos del miércoles y del jueves, lo único que pudo ver el público fue el irregular ensayo del viernes, en el que la austríaca Michaela Dorfmeister marcó el mejor tiempo de la jornada y la andaluza de origen chileno Carolina Ruiz, única española que iba a participar en los descensos, fue vigésima séptima. Carolina cubrió ese día la pista Veleta, de 3.232 metros, en un tiempo de un minuto, 45 segundos y 14 centésimas, a tres segundos y 87 centésimas de Dorfmeister, última ganadora de la Copa del Mundo.