Diario de León

OPINIÓN Martín

Premio a la garra

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León

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Caja España Ademar, con su empate en Pamplona, ha ganado plaza para la Copa de Europa, en detrimento del Portland a quien no le sirvieran los factores cancha y ambiente para conseguir la victoria necesaria. Ademar tercero en la liga, plaza de Copa de Europa, y el Portland cuarto y teniendo que recurrir a la Copa EHF, premio mínimo, para tener representación europea. La gesta ademarista es admirable, digna del máximo elogio. Dejar sin presencia en la máxima competición europea, a quién era el campeón de ella, hasta que un partido lamentable, con todo en contra, la perdió, habla bien alto de la competitividad de este equipo comandado por Cadenas. Y ello en contra del viento de los presupuestos (muy inferiores a los de Barcelona, Ciudad Real y Portland) y la marea adversa de factores que rodearon el lance. Nunca como el domingo se hizo carne de realidad el grito de «guerra» de jugadores y técnicos ademaristas: «Ademar a luchar». A luchar hasta el último segundo, contra todo y contra todos, teniendo «agallas» y empuje increíbles para materializar el gol del empate, que daba la clasificación, a tan solo un segundo del final. Dos empates, frente al Barcelona aquí, porque así lo quisieron los árbitros del partido, cortando una jugada de gol, para conceder una falta y expulsión-auténtico brindis al sol-que prácticamente «hurtaba» la victoria. En Pamplona, los últimos instantes del partido, fueron épicos, con la heroína como bandera, sin capacidad de respuesta a quienes de una forma o de otra, podrían darla. Mérito extraordinario. Partido en el que se compendiaron las mejores virtudes del juego de Ademar para llevar al barco a la orilla deseada. Con el corazón de todos los seguidores en un puño, particularmente el del puñado de entusiastas que, aún en minoría absoluta, hicieron notar su presencia y sus voces de apoyo. Una gran victoria y un haz luminoso que se abre paso entre los nubarrones de decepción que dejaron totalmente cubierto, en gris mayor, el horizonte deportivo local, por los grandes fiascos del futbol y del baloncesto. Nubes más densamente negras en el futbol, menos densas en el baloncesto que, en el playoff, peleó hasta que las fuerzas fallaron. Y aquí, viene, como anillo al dedo, la frase famosa de la película Casablanca (Siempre nos quedará París), Siempre nos quedará Ademar. Ahora Ademar tiene que afrontar un nuevo reto. Fase final de la Copa del Rey que mañana inicia enfrentándose al Valladolid, quien le esperará fresco, porque difícilmente la recuperación puede ser idónea por parte ademarista, después de la durísima batalla de Pamplona. Setenta y dos horas es corto espacio, poco tiempo, para la recuperación. Tos queda, como tantas veces, al acierto de los porteros, a la intensidad defensiva, la velocidad de los contrarios y al estado de gracia de Kjelling, que ha vuelto ser el del final de la temporada anterior; porque la gana y entrega serán totales, como siempre. Con el tercer lugar de la clasificación y el premio de la plaza para la máxima competición europea de balonmano, Caja España Ademar firma ya una excelente temporada. Queda la Copa del Rey. Nueva batalla en condiciones inferiores marcadas por los presupuestos. Contra el cansancio acumulado y las grandes plantillas formadas primero, y reforzadas hasta última hora, a golpe de talonario. Una vez más, contra todo, contra todos: «Ademar a luchar».

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