Diario de León

Sastre deja claro que los Pirineos continúan siendo tierra española

Ullrich continúa su batalla particular con Armstrong y le araña seis segundos en la etapa

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Benito Uraburru - domaines
León

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Carlos Sastre controlaba su alegría en la primera llegada en alto de los Pirineos, donde lograba «el triunfo más importante de mi carrera. Ésta es una victoria para los que me ha apoyado en los momentos difíciles», dijo. El escalador, nacido en la madrileña localidad de Leganés, pero criado en el Barraco, se quedó sólo tras flaquear Rubiera y Mercado. «El puerto de Pailhéres es probablemente el más duro de todo el Tour. He sufrido, claro que he sufrido. Trataba de no mirar hacia atrás. Quería llegar a los últimos metros lo antes posible», reconoció. Tuvo permiso de Tyler Hamilton para atacar: «No iba bien y me hizo un gesto con la cabeza para que me moviese, que me fuese para arriba», aseguró. Su temporada ha discurrido sin contratiempos, salvo la muela que le extrajeron antes de la Vuelta al País Vasco. Mientras Sastre ganaba, Haimar Zubeldia se codeaba con Jan Ullrich, Lance Armstrong y Alexandre Vinokourov, las estrellas de la carrera. Zubeldia intentó atacar, pero remató Ullrich, que al comienzo de la etapa tuvo que hacer sus necesidades en la carretera: «No ha sido nada, estoy bien. No pensaba que Armstrong mostrase signos de debilidad. Puede ser que no esté tan fuerte como antes», dijo. Johan Bruyneel, director de Armstrong, comentó que «los papeles se han invertido en este Tour. Ullrich es el favorito», apuntilló. Éste iba a ser el quinto Tour de Lance Armstrong. Primero; la carrera revelación de Iban Mayo, el Tour imposible de Joseba Beloki, ¡cuánto se le echa en falta al corredor guipuzcoano! y va camino de convertirse en la resurrección de Jan Ullrich, en la confirmación de Haimar Zubeldia y en la sorpresa de Alexandre Vinokourov. Haimar Zubeldia se está convirtiendo en una de las revelaciones del Tour. Silencioso, día a día, se ha agarrado a la general en una posición de privilegio. Un triunfo deseado Mientras los Pirineos se van tiñendo de naranja poco a poco, mientras el calor azota a los ciclistas y a los seguidores, sin piedad, convirtiendo en un horno el asfalto, que en muchos momentos está a 50 grados, Carlos Sastre desgranaba su letanía de buen ciclista, de un profesional íntegro, calculados, listo, muy listo. Llegaba a la meta y se colocaba un chupete en la boca. Con ese gesto dedicaba el triunfo a su hija Claudia, que tiene dos años, y a su mujer, Piedad, la hermana de José María Jiménez, a su padre, Víctor, que forjó una gran hornada de ciclistas en El Barraco. La carretera se llenó de sentimientos encontrados, de intereses opuestos, de emoción, en suma, de vida, porque de todas esas cuestiones, y de muchas más, por supuesto vive el ciclismo, que es como el río de la vida. Decíamos que Carlos Sastre lograba un triunfo que llevaba buscando durante mucho tiempo. Por eso dejó la Once, «para tener libertad y poder atacar. En la Once tenía que trabajar para Beloki, para Igor, ante para Olano Rijs me ha dado libertad en el CSC y creó que le estoy correspondiendo», dijo. Sastre se formó como ciclista en el iBanesto de aficionados, pero pasó a profesionales con la Once, lo que no sentó nada bien a José Miguel Echavarri y Eusebio Unzue. La etapa tiene dos lecturas. La primera, el triunfo parcial; la segunda, la general, los corredores que se están jugando el Tour.

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