Con libros a patadas

A PRIMERA VISTA, los libros y el fútbol no tienen más relación que las coces que dan al diccionario jugadores, técnicos y comentaristas. Pero algunos futboleros, aparte de su corazoncito, también tienen el graduado escolar. Los portugueses -que han sido unos linces para ganar dinero alrededor de esta edición de la Eurocopa- están sacando libros a patadas. Y, lo que tiene más mérito, los están vendiendo. Faltaba un mes para el partido inaugural, y ya «La furia de la Euro», un librito juvenil de 136 páginas, se había convertido en campeón de ventas. Su editora, Publicaciones Europa América, tuvo la feliz idea de apostar por esta obra como producto estrella de la Feria del Libro de Lisboa. Y acertó claramente. Al rebufo de esta iniciativa, la FNAC seleccionó 24 volúmenes balompédicos para adornar sus escaparates. Por su parte, la cadena de librerías Bertrand lanzó del 9 al 24 de junio su «Campaña Euro», que ofrece un 10% de descuento en los 43 títulos relacionados con el deporte rey. En Portugal, el forofo ilustrado no vive sólo de reediciones. Un grupo de sesudos sociólogos acaba de publicar «La época del fútbol», colección de ensayos tan tentadores como «Las botas no tienen patria» o «El eterno fado de los últimos treinta metros». Pero quizá el lanzamiento que está rompiendo todos los pronósticos es «Historia natural del fútbol», del conocido y premiado autor infanto-juvenil Álvaro Magalhaes. A través de numerosas citas literarias y también de fotografías, Magalhaes busca su momento de gloria reinterpretando el fenómeno de este deporte con algunas lucubraciones curiosas. Dice, por ejemplo, que las mujeres no son muy proclives a este deporte porque les impide usar las manos. Su teoría es que ellas, o usan las manos, o no juegan; se ve que en Portugal las niñas no conocen la goma ni la rayuela. A los intelectuales, añade, tampoco les gusta, porque son incapaces de ver lo esencial: la estética del fútbol no existe; lo que importa es ganar. Vistas así las cosas, a nadie le puede extrañar que no les guste... Por último, asegura que chutar cosas redondas forma parte del instinto humano, como demuestra que el hecho de que jugador que piensa, falla. A algunos escritores les pasa algo parecido: cuando se ponen a pensar, no dicen más que tonterías.