Garrido fue el más listo en la estrategia, pero aún así quedó fuera del podio

Todo marchaba de acuerdo a los cánones previstos después del primer tramo de la prueba. Los World Rally Car de Javier Arias y Juan José Abia estaban delante junto al Clio Maxi del asturiano Juan Baustista que, entonces, era la gran sorpresa de la competición al colarse entre los dos citados anteriormente. De Toño Garrido también podía esperarse cualquier cosa y se afanaba por dar réplica a los favoritos, protagonizando una buena carrera en la que su único obstáculo residía en la diferencia de potencial entre las máquinas. Con todo, Garrido se marchó feliz de Riello rumbo al parque de asistencia de La Robla, porque entonces las diferencias con los primeros eran mínimas y todavía soñaba, con fundamento además, con acabar entre los tres primeros clasificados. Sorprendió a todos eligiendo unos neumáticos mixtos en La Robla, donde por cierto lucía un sol espléndido. ¿Cómo se explicaba esa extraña decisión? Algunos piensan que Toño tenía algún espía en las cimas por las que luego discurriría la carrera, advirtiéndole de que la lluvia había empezado a caer arriba. Sea como fuere, el resto de los pilotos no se atrevió a seguir sus pasos. La razón era evidente y todos pensaron lo mismo. Si tu rival calza ruedas lisas pues yo voy a hacer lo mismo porque si me equivoco yo también se equivoca él y entonces no pasa nada. Y algo así ocurrió, Garrido supo sacar partido a una acertada decisión estratégica y nadie rodó más rápido que él en la primera pasada por el segundo tramo. Después ya todos rectificaron y las cosas volvieron por donde solían. La pena para el del Team Gran Hotel fue que no pudo sacar la ventaja suficiente en ese tramo en el que tenía todas las de ganar, como para compensar lo que había cedido entre el Castillo y Riello y así fue como se le escapó la tercera plaza del podio, que era la única a la que podía aspirar ayer.