Diario de León

DEUCE

Safin, en busca de la perfección

Publicado por
MIGUEL LUENGO
León

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LA BÚSQUEDA de la perfección es el objetivo de Marat Safin, un jugador capaz de destruir antaño 48 raquetas en una temporada, o de pensar seriamente en abandonar el tenis y abrir un bar de copas, y que ahora lucha por abrirse camino de nuevo. En Safin todo, o casi todo, es contradictorio. Su extraordinario talento está fuera de toda duda. Pete Sampras lo dijo una vez, cuando fue apabullado en la final del Abierto de Estados Unidos del 2000 por el ruso criado tenisticamente en Valencia. «Cuando me ganó me recordó cuando yo comenzaba, nadie me había tratado así sobre una pista», dijo Pete entonces. Cuatro años después, tras haber desperdiciado dos finales del Abierto de Australia, sobre todo la de 1999 ante el sueco Thomas Johansson, cuando estaba más pendiente de cuatro espectaculares rubias que copaban su banquillo y sus noches en Melburne, el verdadero Safin, el que salió de las manos del técnico español Rafael Mensua vuelve a brillar. «Sé que he cometido errores, pero no me arrepiento de ellos. De todo se aprende», señaló Safin, «tengo todavía 24 años, no 28 ni estoy a punto de retirarme sin ganar un partido. Veremos lo que el futuro me depara, pero creo que seré capaz de ganar un grande más». El hombre que más ha influido en su juego es el español Rafael Mensua, su «entrenador intermitente» con el que empezó todo, al que ha acudido cada vez que un técnico le fallaba y al que dedicó el título del Conde de Godó en el 2000 cuando ya no trabajaba con él. Por esta lista han pasado fugazmente nombres como el ruso Andrei Chesnokov, el australiano Tony Pickard, el sueco Mats Wilander, y ahora es el sueco Peter Lundgren, despedido por el suizo Roger Federer, quien no le echa en falta para ser número uno del mundo de lejos. Chesnokov apreció que la clave de sus altibajos residía en su falta de concentración. Con 13 títulos en su carrera, entre ellos el Abierto de Estados Unidos y tres Masters Series, y una Copa Davis, el gran Safin es un cheque al portador, aunque también sus alteraciones le hacen descender a niveles que no debería, como en el caso del croata Goran Ivanisevic. «Ambos somos perfeccionistas», recordó al compararse con el zurdo de Split, «buscamos esa perfección cuando salimos a la pista y queremos ganar, sin importarnos la forma. Siempre tenemos que ser mejor, ponernos mucha presión. Estoy satisfecho de como se desarrolla mi carrera pero uno siempre quiere mejorar».

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