Diario de León

Tres personajes peculiares que aspiran a un sillón más que apetecido

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I.T. - madrid
León

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Con 54 años y después de 16 al frente del fútbol español, la reelección se ha convertido para el bilbaíno Ángel Villar en una cuestión de honor. Podría haberse ido como un ganador al término de anteriores legislaturas, pero no se puede permitir el lujo de perder ahora, justo cuando se encuentra más acosado. Su derrota supondría el castigo de un entorno que hasta la fecha controlaba a dos años de polémica gestión marcados por las acusaciones de corrupción y malversación de fondos que no han pasado desapercibidas ni para la Fiscalía Anticorrupción, ni para los juzgados ni para el propio Consejo Superior de Deportes. Con una dilatada trayectoria como centrocampista en el Athletic y de la selección española, relevó a José Luis Roca como presidente de la Federación en 1988. Gerardo, el otro poder Gerardo González Otero representa la ruptura con el poder de Ángel Villar, con quien trabajó durante 14 años en la Federación, hasta que fue despedido por «pérdida de confianza». El ex secretario general de la FEF mantiene desde finales de 2000 una cruenta guerra con Ángel Villar y Juan Padrón, a quienes acusa de graves irregularidades y de haber instaurado un régimen de terror y antidemocrático, y pretende un cambio inmediato en el organismo. A punto de cumplir 48 años, el reto de este periodista gallego es acabar con la «oscurantista etapa» de Villar, especialmente durante un último mandato que se ha visto salpicado por los escándalos y ha provocado una peligrosa división en el fútbol español. Unido a Gerardo Martínez Retamero, ex presidente del Betis, Gerardo González promete una Nueva Federación en la que prime la transparencia, la profesionalidad y una eficiente gestión económica. Losada llega sin hacer ruido Llegó sin hacer ruido, intentando que nadie le dejara en medio del tremendo conflicto entre los dos gigantes. Sebastián Losada se parece al árbitro de un combate de boxeo de pesos pesados. Está viendo cómo sus dos contrincantes se lanzan derechazos, ganchos y usan cualquier tipo de artimaña con tal de obtener los 91 votos que dan la presidencia de la FEF. Evita que le golpeen, aunque ya le han colocado la etiqueta de submarino de Villar. Él lo niega y sigue a lo suyo, hablando en el desierto.

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