Diario de León
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El partido en El Toralín acabó con muy mal sabor de boca. El empate (1-1) entre Deportiva y Alicante deja todo por decidir para el choque de vuelta del domingo en el Rico Pérez pero la afición que ayer abarrotó el estadio se marchó a su casa con un rictus de tristeza. La Deportiva tiene las opciones intactas para lograr el mayor éxito de su historia pero ayer dejó pasar una oportunidad increíble de sentenciar la eliminatoria cuando los alicantinos buscaban desesperadamente el empate. La victoria en Alicante no es imposible porque si algo caracteriza al equipo berciano es su gran capacidad de superación, pero no había necesidad de buscar heroicidades en el Rico Pérez. La victoria que acariciaron ayer siete mil almas hasta el último suspiro era más de medio pasaporte hacia Segunda División. El penalti transformado con maestría por Diego Ribera debió tener continuación en los trallazos de Asier Salcedo y de Gorka, pero el balón salió lamiendo los palos en ambas ocasiones. Ese segundo gol no llegó y además los locales se dejaron llevar por el instinto de supervivencia para defender con uñas y dientes su mínima renta. Eso es algo peligroso porque un gol se puede marcar, incluso en propia meta y como muestra sirva el triste botón del Alcalá hace un año. Ayer se repitió la historia pero la diferencia entre ambos hechos es abismal. La Deportiva aquel día cayó muerta y ahora tiene noventa minutos por delante para poner la guinda a una gran campaña. | D2 a D13

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