El Real Madrid lava su imagen en Bucarest con una goleada (1-4)
Su mejor actitud, Robinho y las limitaciones del Steaua, le acercan a la ronda de octavos Competición desestima el recurso del Madrid por el partido a Ronaldo
Los jugadores blancos se abrazan para celebrar la goleada al débil conjunto rumano
Nunca se sabrá si fue la bronca de Capello, su amago de abandonar, las amenazas de Mijatovic con tomar medidas drásticas, la titularidad de Robinho o, simplemente, la importancia de un duelo de alto riesgo. El caso es que quizá la suma de factores alteró el producto y el Madrid lavó su cara. Ofreció una imagen aseada y alegre en Bucarest y obtuvo un importante triunfo que casi le garantiza acceder a octavos de la 'Champions' como segundo de grupo, ya que el Lyón salió airoso en Kiev y no cede. También se rehabilita en el plano moral, con la mente puesta ya en el apasionante clásico del domingo ante el Barcelona, que sólo se asemeja al Steaua en el azulgrana de la camiseta. Cambiaron algunos jugadores, con Ramos en el lateral derecho para dejar a los más experimentados Helguera y Cannavaro en el centro, y Robinho al fin desde el inicio, pero sobre todo varió el espíritu, la actitud del equipo, esta vez muy profesional y fiel al guión escrito en toda su carrera por el exigente técnico italiano. Sólo cabe reprochar a los españoles que se dejaran llevar tras el tercer gol, reculasen y permitiesen al Steaua soñar algunos minutos con el milagro. Ante un rival animoso, joven, que salió con una presión atosigante, un once blanco tan lánguido como el se vio en Getafe también hubiera sufrido en tierra del 'Conde Drácula'. Pero esta vez los merengues se mostraron vivos, concentrados, dinámicos, dispuestos a no dar ventajas al Steaua, a hacerse respetar desde el pitido inicial, a no jugar sólo con el escudo. Hasta Emerson, a quien un desesperado Capello llegó a pensar en quitar para dar entrada al chaval Javi García, con quien ensayó en el último entrenamiento, se pareció al de la Juventus y al de la selección 'canarinha'. Quitó más que en partidos precedentes, vivió tranquilo y hasta dio un gran pase a Van Nistelrooy en la jugada del segundo gol. También respondió su compatriota Roberto Carlos, que recordó viejos tiempos con sus internadas. Todo un festival blanco en definitiva.