Diario de León

Fútbol | El ambiente

La afición volvió rota al Bierzo

Trescientos valientes se metieron más de dos mil kilómetros entre pecho y espalda

La derrota dejó profundamente apesadumbrado al público berciano

La derrota dejó profundamente apesadumbrado al público berciano

Publicado por
Ramón Díez - enviado especial | almería
León

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La Sociedad Deportiva Ponferradina no merece regresar a Segunda División B, si se tiene en cuenta la calidad de sus incondicionales. No es normal que trescientos valientes se suban en varios autocares para atravesar España entera, sin apenas dormir y con el cuerpo fatigado, para estar al lado del equipo de sus entretelas. No hay dinero en el mundo que pueda pagar eso. Llegaron casi al mediodía y se fueron a la playa antes de ser conducidos hasta el Estadio Mediterráneo. Allí tuvieron ocasión de gozar durante veinte de los noventa y tantos minutos que duró la contienda. Festejaron por todo lo alto el gol de Rubén Vega que, para su pesar, se produjo en la portería contraria al sector en el que fueron ubicados. No debió importarles porque lo celebraron como merecía. Incluso llegaron a silenciar a todo un estado en el que había más de 14.000 espectadores, ávidos de sensaciones fuertes, esperando un ascenso cantado que ya no querían retrasar de nuevo tras la decepción de una semana antes en Lorca. Los blanquiazules soñaron con la gloria, no ya de ganar a un equipo de Primera División como lo era el Almería, con independencia del resultado. El Xerez caía claramente en el Rico Pérez y a los rojiblancos les bastaba con el empate. había razones para soñar porque además la Deportiva buscaba el segundo gol, lejos de atrincherarse delante de Rubio. Pero el fútbol es a veces muy cruel, como lo hubiera sido ayer con una afición ejemplar que ya se había llevado un palo siete días antes y que deseaba celebrar el ascenso en casa. Era difícil contentar a todos, pero la radio decía que el Castilla caía en Vecindario y que el Alavés perdía en casa con el Poli Ejido, rival por antonomasia del Almería. Y esa crueldad se cebó ayer con la Ponferradina porque no sólo no supo matar el partido, si no que además pagó sus errores pueriles atrás para dejarse remontar en un par de minutos. Golpe duro para una afición que volvió a animarse viendo como el empate era cuestión de tiempo tras el descanso. Pero ni Rubén, ni Nabil, ni Ramírez, ni Pereira, nadie acertó a batir a Westerveld y se fraguó la derrota. Fue peor por la reacción del Alavés que deja ahora la salvación a seis puntos cuando restan doce por disputarse. Ser seguidor blanquiazul es una cuestión de fe. En realidad siempre fue así.

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