Un partido especial que me llena de recuerdos

Los derbis entre los dos equipos más representativos de León siempre han sido emocionantes de principio a fin. La rivalidad es antigua, pero eso no debería empañar la deportividad y el buen juego. Lo que es muy lógico es que cada una de las dos aficiones arrime el ascua a su sardina. Yo no he tenido las oportunidades de asistir a todos los partidos de máxima rivalidad provincial, porque por mi condición de árbitro de fútbol no pude presenciar alguno de estos encuentros en el que se respira fútbol por los cuatro costados, al coincidir los derbis provinciales con mi obligación de pitar otros partidos. Tengo que manifestar que para llegar a ser el socio número uno de la Cultural de mi alma he tenido que pasar muchos sinsabores, aunque también muchas alegrías, como la que nunca se me olvidará, que fue la del ascenso a Primera División. Aquello fue una inmensa alegría, una alucinación. No nos lo podíamos creer, pero el posterior descenso... para qué contarlo. Nací dos años antes de la fundación de la Cultural y cansado de luchar con los porteros y guardias para burlar su natural vigilancia (saltando las tapias de los estadios en los que ha jugado la Cultural) me hice socio. Entonces tenía 21 años de edad y desde esa época hasta hoy, que ya han pasado demasiados años, sigo siendo fiel al equipo de mis amores, la Cultural y Deportiva Leonesa. Conservo anécdotas de los muchos derbis vividos tanto en León como en Ponferrada, al igual que otras de algunos partidos de triste recuerdo como contra el Albacete en La Corredera, pero pasando el tiempo me viene a la cabeza el encuentro ante el Real Zaragoza con Marianín de protagonista. O también el que disputó la Cultural frente al Bilbao Athletic, que nos aupó a la Segunda División. Son tantos recuerdos... Para el partido de hoy ante la Deportiva Ponferradina, deseo que exista un buen ambiente como el que yo he vivido y que no se dé ni una sola nota de antideportividad y que la violencia quede al margen.