Diario de León

La crisis reduce a la mitad la llegada de extranjeros a España

La recuperación se siente y el flujo de entrada crece, mientras aumentan los españoles que se van .

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lucía palacios | madrid

La crisis, esa palabra maldita, ha cambiado no solo el panorama económico del país, sino también el social. Así, a partir de 2008 se inicia un nuevo ciclo migratorio en España, tal y como constata Funcas en su última publicación, y por primera vez en mucho tiempo el número de emigrantes superó al de inmigrantes, es decir, que se van más de los que vienen. La razón está en el deteriorado mercado de trabajo.

Si en 2008 llegaban a España 600.000 extranjeros, esa cifra se redujo a la mitad y en 2013, el peor año de la crisis, ya solo venían 280.000, según los datos extraídos del INE. En 2014 y 2015 comienza a notarse ligeramente la recuperación, pero aún así en 2015 todavía eran solo 340.000 los inmigrantes que entraban.

Y es que «la gente venía a España no por el sol y la playa, sino por esa bonanza económica que había y, al terminarse, ellos fueron los primeros que pagaron las consecuencias y los primeros en marcharse», explica Francisco González, responsable de Inmigración de CC OO, que cifra en un millón los extranjeros que se han ido. Así, si en 2011 fue el año que más población inmigrante había en España (5,7 millones, según el INE), en la actualidad se ha reducido hasta 4,6 millones.

Por su parte, aquellos que se quedaron -bien porque ya estaban asentados desde hace años, porque las condiciones en su país eran muy malas o por el atractivo que supone la disponibilidad de servicios públicos, seguridad y estabilidad política- sufrieron igual o peor que los nacionales las consecuencias de la recesión. De esta forma, si en 2007, antes de que estallara la crisis, había en el país 2,8 millones de inmigrantes trabajando, esta cifra se redujo casi un 40% en 2014, cuando más se notó el efecto de la mala situación económica y solo eran 1,7 millones los extranjeros ocupados, según la EPA. En la actualidad ha crecido ligeramente hasta los 2 millones. Esto significa que, al igual que los españoles, sufrieron duramente los estragos del desempleo: en 2007 su tasa de paro apenas superaba el 12%, mientras que en 2013 se acercó peligrosamente al 40%. A final de 2016 el porcentaje de desempleados extranjeros se situó en el 24%. Y lo que es todavía más preocupante: un tercio de ellos lleva más de dos años en el paro.

Y es que el estallido de la burbuja inmobiliaria hizo que toda esa mano de obra empleada en la construcción y que se nutría de múltiples nacionalidades se viera de la noche a la mañana sin trabajo. La hostelería y la agricultura fueron los otros sectores que más emplearon a inmigrantes, según explica el profesor del Iese José Ramón Pin.

Marruecos, Rumanía, Colombia y Ecuador eran, por este orden, los países de origen protagonistas de la mayor parte de entradas.

En estos dos últimos años la recuperación se ha sentido y el flujo de entrada ha crecido ligeramente entre todas las nacionalidades. «Los sudamericanos escogen España por la afinidad cultural y de lengua. Los marroquíes, por la distancia», argumenta Pin.

Pero el problema ya no es solo que vengan menos, sino que además se van muchos más, principalmente extranjeros. Hay un hecho incluso más destacable. Y es el de un grupo de españoles que se marchan.

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