Diario de León

La guerra por el dominio de los chips y la tecnología decidirá el nuevo orden mundial

EE UU y China libran una batalla sin llegar aún a las manos por el dominio de la IA

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Son elementos minúsculos, su tamaño se mide en nanómetros, están fabricados a base de silicio y germanio, pero tienen en vilo a empresas y, sobre todo, a gobiernos. Los semiconductores son la base de los chips que equipan los teléfonos móviles de nuestros bolsillos, los coches, las lavadoras, los misiles o, simplemente, la tecnología que permite que ChatGPT o Bard de Google respondan en milisegundos. Sin ellos, esta nueva tecnología cortocircuita y no hay mucho donde elegir, porque dependen en su mayoría de una fábrica: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (TSMC).

Las inteligencias artificiales generativas necesitan un enorme poder de computación para entrenar y hacer funcionar sus algoritmos. Una habilidad que nace de los chips de unidad de procesamiento gráfico (GPU por sus siglas en inglés) y que en su mayoría nacen de AMD y Nvidia, pero que TSMC fabrica. Un gigante valorado en medio trillón de dólares y del que dependen el 95% de los chips que alimentan las inteligencias de Google, Microsoft u OpenAI y cuya cartera de clientes tiene nombres como Apple, ARM, Broadcom, Marvell, MediaTek, Intel o Qualcomm, entre otros.

Las inteligencias artificiales generativas necesitan un enorme poder de computación para entrenar y hacer funcionar sus algoritmos. Una habilidad que nace de los chips de unidad de procesamiento gráfico (GPU por sus siglas en inglés) y que en su mayoría nacen de AMD y Nvidia, pero que TSMC fabrica. Un gigante valorado en medio trillón de dólares y del que dependen el 95% de los chips que alimentan las inteligencias de Google, Microsoft u OpenAI y cuya cartera de clientes tiene nombres como Apple, ARM, Broadcom, Marvell, MediaTek, Intel o Qualcomm, entre otros.

Para que ChatGPT ofrezca una respuesta concisa a una pregunta del usuario, esta herramienta debe realizar decenas de cálculos y procesos apoyados en los H100 de Nvidia fabricados por la taiwanesa TSMC. Un pequeño chip de 4 nanómetros que sólo Samsung es capaz de replicar. El futuro tecnológico depende esta pequeña isla a 180 kilómetros de China y con poco más de 23 millones de habitantes. «Desgraciadamente, no vemos a Taiwán como un país, sino como una fábrica de chips en riesgo», denuncia Woz Ahmed, ex alto directivo británico en este sector del mundo de la tecnología.

La carrera por el liderazgo de la inteligencia artificial está en marcha, donde Estados Unidos lidera el desarrollo del software y algoritmos. Pero la producción de los semiconductores la comparte con China con los dispositivos de Nvidia.

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