Diario de León

«Es un personaje insustituible de nuestra historia, que deja un gran vacío», afirma el presidente de la República

Muere Agnelli en plena crisis de Fiat, la industria mas importante de Italia

El último gran patrón de Fiat, Giovanni Agnelli, murió ayer a los 81 años en plena crisis del grupo industrial mas importante de It

Giovanni Agnelli, en una de sus últimas apariciones públicas

Giovanni Agnelli, en una de sus últimas apariciones públicas

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Jaime Castillo - ROMA.
León

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L''Avvocato, como se le conocía popularmente con un apelativo que en su caso adquiría distinción nobiliaria, expiró en su villa turinesa de Villar Perosa, acompañado de su mujer Marella Caracciolo, su hija Margarita y sus nietos. Las banderas del imperio Fiat, incluidas las enseñas rojas de la triunfante Ferrari, fueron arriadas a media asta, mientras se preparaba la capilla ardiente en la sede histórica de la compañía, el Lingotto, y se anunciaban unos funerales estrictamente privados. El fallecimiento se produjo poco antes de que comenzara una reunión de la sociedad familiar que controla la mayoría del grupo Fiat para dar paso a una reestructuración accionarial y un simbólico traspaso de poderes. La asamblea de la Giovanni Agnelli and Company, de la que el finado poseía el 30% de los títulos, se celebró como estaba previsto, aunque sus resoluciones quedan de momento en un segundo plano. En los días previos se había hablado de la cesión de las acciones de L''Avoccato a su esposa y a su hija, del nombramiento de su nieto y último heredero, John Elkan, como representante legal, y de la confirmación de su hermano Umberto como candidato a presidir Fiat. Toda esta serie de interrogantes, acentuados por la crisis que se abate sobre el grupo turinés, marcarán el futuro inmediato, pero antes toda Italia se dispone a desfilar ante el cadáver del que fue considerado el rey sin corona de la industria y la vida nacional. En una carrera que ha agotado todos los epítetos y superlativos, políticos, empresarios y periodistas rememoraron ayer la figura de un personaje que encarnó como nadie el estilo refinado del capitalismo italiano del siglo XX. Como un moderno «príncipe renacentista» fue casi siempre por delante de los azarosos gobiernos que tanto le respetaron y complacieron, dejando tras de sí una estela de pretendida elegancia que siguieron una legión de imitadores. Desde joven -se quedo huérfano a los 15 años- estuvo llamado a ser el continuador de la saga que puso en pie su abuelo, llamado también Giovanni Agnelli, al fundar en 1899 la Fábrica Italiana de Automóviles de Turin (FIAT). Siguiendo los consejos del patriarca, primero se divirtió, hizo influyentes amigos por el mundo y compartió las crónicas mundanas de los años 50 con Errol Flynn, el Aga Khan o Rainiero de Mónaco. Con sólidos amigos en EE.UU., como el asesinado presidente Kennedy, Rockefeller o Kissinger, a mediados de los años 60 tomó las riendas de Fiat y la convirtió en un imperio, mas allá de las fronteras del estricto negocio automovilístico. Después de ganar una tras otra todas las batallas que emprendió en su vida, un Giovanni Agnelli preso de la enfermedad que le llevó ayer a la muerte asistió en el último año a la grave crisis que pone en cuestión la continuidad de Fiat. Hasta el momento postrero trató de mantener firme el timón, pero sin poder controlar las sucesivas dificultades y los nuevos protagonistas que han entrado en escena: bancos acreedores, el socio estadounidense General Motors y el primer ministro, Silvio Berlusconi.

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