El exceso de burocracia encarece más la vivienda, no la falta de suelo

Los profesionales del sector inmobiliario creen que la falta de suelo no agrava el encarecimiento la vivienda, pero sí el exceso de burocracia que se ha de superar para urbanizarlo, que a su vez fomenta la especulación. Estiman que el aumento de la cantidad de terrenos preparados para construir «no es suficiente» para contener su precio, a su vez unido al de las casas, por lo que apuestan por acortar de forma drástica la tramitación de los proyectos urbanísticos, que puede alargarse durante más de once años. El nuevo Gobierno socialista quiere reunirse con autonomías y ayuntamientos, antes del verano, para afrontar un problema que considera «prioritario». El coste del suelo se ha duplicado en los últimos siete años y, según constructores y promotores, supone ya la mitad del precio de una casa. La explicación más repetida a ese incremento se halla en la especulación, pero en una jornada reciente sobre el sector inmobiliario organizada por el Instituto de Fomento Empresarial (IFE), distintos consultores apuntaron otras. Aparte de la falta de terrenos dispuestos para edificar, problema arrastrado desde hace años, se señaló la «rigidez» y la «lentitud» de los planeamientos, que podrían «acelerarse» con la figura del agente urbanístico. Los expertos de consultoras internacionales, como Jones Lang Lasalle, Irea y Aguirre Newman, e inmobiliarias de prestigio, como Vallehermoso, Realia y Riofisa, coincidieron durante ese encuentro en que el planeamiento urbanístico en España es «discrecional», pues permite modificaciones «sustanciales». Así, explicaron que se altera «frecuentemente» por iniciativa privada mediante mecanismos de compensación, cambios a los que «contribuyen» e incluso «fomentan» las necesidades de financiación de las corporaciones locales, que según ellos en muchos casos utilizan el urbanismo como fuente de ingresos, asignatura pendiente que «heredará» el próximo Ejecutivo. Desde hace dos años se insiste en distintos ámbitos políticos y sociales en la necesidad de alcanzar un pacto de Estado sobre la vivienda centrado en abaratar el precio del metro cuadrado, objetivo en el que fracasó Álvarez-Cascos en su cargo como ministro de Fomento.