Solbes lanza a España un mensaje de tranquilidad pese al alza del crudo

El vicepresidente económico, Pedro Solbes, lanzó ayer un mensaje de tranquilidad sobre la situación de la economía española, al mantener sus previsiones de crecimiento para 2004 y 2005, un 2,8% y un 3%, respectivamente, pese a la amenaza que supone la fuerte subida del petróleo en los últimos días. Solbes confía en que se produzca una caída del precio del crudo a partir de septiembre para estabilizarse en una media «más razonable», entre 30 o 33 dólares por barril, aunque reconoce que, si se sitúa entre 33 y 36 dólares, restaría dos décimas al crecimiento el año que viene. Con este escenario macroeconómico, está ultimando Economía el anteproyecto de Ley Presupuestos para el 2005, que se comenzará a negociar con los grupos parlamentarios la próxima semana, sin excluir a ninguno de ellos. Situación optimista Solbes dio una imagen de optimismo y tranquilidad en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, aunque reconoció que, si el precio del petróleo se sitúa en el 2005 en torno a 40 dólares de media, el impacto sobre el crecimiento español podría ser el doble que si se pone en la horquilla entre 33 y 36 dólares. En cualquier caso, Solbes habló de un «impacto moderado». «A partir de septiembre esperamos una cierta producción adicional desde los países productores y, por eso, pensamos que las cifras de crecimiento previsto para el 2004 siguen siendo totalmente correctas y válidas y, para el 2005, si hay alguna incidencia, será muy moderada y el crecimiento no debería desviarse mucho del 3% inicial», explicó el vicepresidente, que quiso acabar con los planteamientos «excesivamente negativos» que se están realizando sobre el riesgo que supone para la economía española la subida del petróleo. Recordó que, según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el precio máximo del petróleo registrado durante el mes de agosto (43 dólares) incluye una prima de riesgo de alrededor de 15 dólares. Entre estos últimos, citó la retirada de la producción de la empresa rusa Yukos, el temor a una paralización de la producción petrolífera en Venezuela, los sabotajes a los oleoductos iraquíes y la subestimación del incremento de la demanda de crudo por parte de China y Estados Unidos.