Diario de León

Cuba y EE UU ponen las bases de una era de respeto mutuo

Raúl Castro afirma que «si hay presos políticos, antes de que llegue la noche los suelto» .

Raúl Castro y Barack Obama durante su encuentro en el palacio de la Revolución. MICHAEL REYNOLDS

Raúl Castro y Barack Obama durante su encuentro en el palacio de la Revolución. MICHAEL REYNOLDS

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mercedes gallego | la habana

Cada paso que da Barack Obama en Cuba se escribe en la historia. Cayeron los carteles contra el imperialismo yanqui en el Malecón de La Habana y Raúl Castro participó por primera vez en una conferencia de prensa dentro de Cuba, retransmitida en directo por la televisión nacional, en la que se enfrentó a preguntas incómodas. Todo un hito en la isla y un espaldarazo para el proceso de apertura que ha emprendido el presidente Obama, sin que eso vaya a traer de la noche a la mañana la transformación que querrían ver algunos.

«¿Presos políticos? Dame la lista y si los hay, antes de que llegue la noche los suelto», prometió el dirigente cubano, la primera vez que alguien le pregunta por ello en directo.

Su interlocutor lo tomó como una respuesta retórica. Nadie duda de que si esa lista aparece sobre su mesa, dispondrá de otras explicaciones, pero el simple hecho de que tuviera que enfrentarla abre la puerta a la libertad de expresión. La Casa Blanca no había prometido preguntas, pese a ser costumbre tras los encuentros con mandatarios extranjeros, pero logró arrancarle a Castro el compromiso de responder al menos una. Poco ducho con el formato, el octogenario gobernante luchó con los cascos y los utilizó como excusa para diferir lo inevitable. El propio Obama le animó diplomáticamente a responder a la última, hecha por «una de las periodistas más prestigiosas de EE UU», le instó, «pero usted mismo». Y aunque la corresponsal de NBC buscaba un análisis de Estado sobre el futuro del proceso comenzado, Castro ya no podía olvidar el desafío de los presos políticos que le había lanzado el periodista de CNN.

«Se la voy a hacer yo», dijo Castro cambiando las tornas: «Hay 61 derechos humanos y civiles. ¿Cuántos países cree que los cumplen todos? Ninguno. Unos cumplen unos, y otros cumplen otros. Cuba cumple 47. Habrá otros que cumplan más y muchos que cumplan menos».

El mandatario cubano aprovechó para poner la cara colorada a sus invitados al recordar los grandes borrones que Cuba ha superado en materias pendientes para EE UU, como el derecho a la salud. «¿Habrá alguno más sagrado, que mueran millones de niños por falta de una simple vacuna o cualquier medicina?». O el de la educación gratuita para todos. «En Cuba todos los niños nacen en hospitales y ese mismo día se les inscribe», explicó.

En pro del tono de mutuo respeto y entendimiento que se han prometido en este histórico encuentro, el presidente estadounidense dijo estar dispuesto a aceptar de buen grado las críticas «que nos ayudan a progresar» y le concedió «los enormes logros en salud y educación» que ha alcanzado el gobierno de la revolución que su país intentó derrotar.

Ambos prefirieron centrarse en los «muchos» progresos que se han realizado desde que hace menos de año y medio se comprometieran a reanudar relaciones diplomáticas, culminando con esta histórica visita que habrá hecho revolverse en su tumba a todos los presidentes estadounidenses que conspiraron para asesinar a Fidel Castro, desde Nixon a Reagan.

«Durante más de medio siglo la imagen de un presidente de EE UU en La Habana hubiera sido impensable», recordó Obama consciente de su papel en la historia, «pero este es un nuevo día entre nuestros dos países».

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