Diario de León

Helena Rodríguez

Los héroes de Ucrania

Miles de ucranianos han luchado con más ardor que medios han sido capaces de contener el avance de Rusia

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León

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Valor en la batalla. El jueves se cumplirá un mes del inicio de la invasión rusa. Por el camino han quedado las vidas de miles de ucranianos que han luchado con más ardor que medios y que han sido capaces de contener el avance de un enemigo superior. Sus miradas cuentan historias de ilusiones que nunca se harán reales junto a familias y amigos que lloran su ausencia.

Sargento Inna Derusova: la primera mujer condecorada como ‘Héroe de Ucrania’. La sargento Inna Derusova, natural de la ahora autoproclamada república prorrusa de Lugansk, pasará a la historia de su país como la primera mujer en ser condecorada como ‘Héroe de Ucrania’. Sólo hay 105 personas con esa distinción. El día en que se inició la invasión rusa, ella tenía previsto regresar de sus vacaciones, pero no pudo. Quedó atrapaba en Okhtyrka, en la región de Sumy, una de las más castigadas, donde se entregó a asistir a los heridos. Según las autoridades ucranianas, murió cuando su puesto fue bombardeado el 26 de febrero. Antes, «había salvado a diez personas y estaba ayudando a otro afectado».

Teniente Vitaly Skakun: el joven «alegre» que se inmoló para cortar el avance ruso. La cara aniñada de Vitaly Skakun es una de las más conocidas de esta guerra. Sacrificó su vida para volar un puente y evitar así el avance ruso. Según sus compañeros de armas, contactó con ellos y les dijo que iba a volar el paso de Genichesky Road, que conectaba las fuerzas del Kremlin en Crimea con Ucrania continental. «Justo después se escuchó una explosión», cuentan los informes oficiales. Murió el 25 de febrero, tan solo un día después del inicio de la invasión. En el recuerdo de sus compañeros, un joven «alegre y jovial» de esos «con los que conectas nada más conocerlos sin saber muy bien por qué».

Teniente coronel Andrey Litun: ‘el Experto’ que mejor manejaba las técnicas de comunicación. Casado y con dos hijas de 15 y 5 años, Andrey Litun tenía 37 años cuando murió. Fue el 6 de marzo en Zaporiyia, cuando dirigía el batallón de asalto de montaña. Apodado por su compañeros ‘El Experto’ y muy habilidoso en técnicas de comunicación en combate, encabezó una lucha en la que pese a la inferioridad numérica, «infligieron enormes daños al enemigo». El Gobierno de su país le condecoró, a título póstumo, como ‘Héroe de Ucrania’ por «el coraje personal y el heroísmo demostrado en la defensa de la soberanía estatal y la integridad territorial de Ucrania». Su esposa Marina actualmente sirve en la Brigada 128.

Voluntario Ivan Rebar: «Es mejor tener un caballo cojo que ningún caballo». A sus 44 años, Ivan Rebar era un veterano de guerra. Se alistó voluntario en el conflicto que se desencadenó en el Donbás en 2014 donde resultó herido. Cuando era trasladado a un hospital, la caravana fue atacada. «Entendió que no correría muy lejos, así que sacó una granada y tras gritar ‘Dicen que es mejor ir con Dios que ser prisionero’, la hizo explotar», cuenta un compañero. Sobrevivió, aunque tuvo que ser operado nueve veces y padeció una persistente cojera. Pese a ella, cuando Rusia invadió Ucrania, el 24 de febrero, no dudó en volver a la guerra: «Es mejor tener un caballo cojo que ningún caballo», decía. Murió dos días después.

Soldado Alexander Lukyanovich: neutralizó a 30 unidades enemigas antes de morir. En septiembre de 2021, Alexander Lukyanovich se alistó en las Fuerzas Armadas ucranianas. Cuando comenzó la invasión fue destinado a la región de Kiev como integrante de un pelotón de tanques y, según sus mandos, logró neutralizar «30 unidades enemigas». Luego, un ataque aéreo ruso hizo saltar por los aires su puesto. No salió vivo de allí. Tenía 33 años y ahora sus allegados le recuerdan como un hombre «al que le encantaba conocer mundo» y «odiaba las injusticias». Anna, su pareja, y sus dos hijos, Verónica de seis años y Andrew de 15 meses, forman parte de los más de dos millones de refugiados que han escapado de la guerra. Le lloran en Polonia.

Voluntaria Olga Semidyanova: «Si no vamos nosotros, ellos vendrán a nuestras casas». Murió el 3 de marzo en la frontera de las regiones de Donetsk y Zaporiyia. En 2008, aún embarazada de su quinta hija, ella y su marido decidieron adoptar a seis niños huérfanos. En 2014, el marido de Olga se alistó como voluntario para luchar en Donetsk. Ella no tardó en hacer lo mismo y comenzó a ayudar como sanitaria. En 2016 entró en el Batallón Aidar, donde perfeccionó sus conocimientos médicos y su formación militar. Cada vez que acudía al frente, les repetía a sus hijos: «Si no vamos nosotros, ellos vendrán a nuestras casas». Cuando los rusos tomaron posiciones, se negó a ser evacuada y siguió asistiendo a los heridos hasta que la mataron a tiros.

Teniente Vladislav Ucraniats: un joven a punto de ser padre y pendiente de sus compañeros. El día antes de morir, Vladislav Ucraniats escribió a su esposa, embarazada, para decirle cómo le gustaría que llamara al bebé. El joven militar tenía 22 años cuando cayó cerca de la muy castigada ciudad de Jersón. Comandaba el pelotón mecanizado de una de las unidades de la 59ª brigada de Infantería Motorizada e intentó cubrir la salida de sus compañeros hasta su último aliento. Su ahora viuda Kateryna recuerda su abnegación natural. «Siempre dijo que si tuviera que elegir quién vivirá, él o sus soldados o su familia, se sacrificaría sin dudarlo». De él le quedan un bebé en camino, la condecoración de ‘Héroe de Ucrania’ y «todos los recuerdos».

Teniente Maksym Bilokon: «Ni siquiera puedo enterrarlo porque disparan todo el tiempo». «Mi Maksymko estaba planeando una boda... Maldita guerra». Es el grito desgarrador de Tatiana, la madre del teniente Maksym Bilokon, de 24 años. El joven militar ucraniano murió en Chernígov, una de las más castigadas por las tropas rusas. El comienzo de la guerra le pilló planeando su boda con Darina, también militar. Ella tenía una niña de una relación anterior a la que él «cuidaba como si fuera suya», recuerda la mujer. Apasionado de los tanques, habló con su madre el día después de comenzar la invasión. A la jornada siguiente su blindado fue volado. «Ni siquiera puedo enterrarle porque disparan todo el tiempo y no hay forma de recoger su cuerpo», llora.

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