Diario de León

| Reportaje | El papel de los servicios de inteligencia en Irak |

Espías a la española

en Bagdad

en Bagdad

Publicado por
David Beriaín - redacción
León

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El agente del CNI entra en la base española de Diwaniya en un coche destartalado con matrícula iraquí. Todo en él está pensado para no llamar la atención cuando se sumer-ge en las calles de la ciudad. Zapatos mocasines al estilo árabe, pantalones vaqueros de los que se pueden com-pran en los zocos y camisa de manga corta. Un árabe fluido y un buen conocimiento de las costumbres, las tribus y la situación real del país más allá de lo que dice la propa-ganda. El resto de los mili-tares, de riguroso uniforme, lo miran como a un extraño, pero le escuchan porque es el que de verdad sabe lo que pasa más allá del perímetro de la base. El agente no se molesta mucho en guardar las formalidades castrenses. Viene a informar al general Alfredo Cardona, que lo es-cucha con atención. Con la mayor parte del contingente metida duran-te todo el día en la base y sin apenas contacto con la población civil, la labor de éste y de los demás agentes es fundamental para saber cómo son recibidas las tro-pas, qué peligros afrontar, si se prepara algún ataque y qué es lo que se cuece en las zonas de control español. Es lo que en terminología militar se conoce como «inteligencia humana», en contraposición a la que se obtiene con aparatos de escucha, intercepción de teléfonos, fotos aéreas o por satélite. La inteligencia hu-mana tiene más que ver con pasarse horas en los zocos escuchando conversaciones, hacer amigo, comprar favores y mantener una red de informadores sin la que los españoles serían no sabrían ni por dónde les pega el aire. Para lograr esa informa-ción necesaria, los agentes toman muchos más riesgos que el restos de los milita-res. Mientras que para sus compañeros de cuartel está prohibido salir de la base a no ser que lo hagan con una escolta de al menos dos ve-hículos, los agentes lo hacen continuamente, a veces duer-men fuera, se pasean por las calles sin escolta, entran en los negocios y en cualquier sitio que haga falta para en-terarse de lo que pasa. Con 1.300 soldados españoles en el país, Irak ha pasado a ser zona de interés priorita-rio para el Centro Nacional de Inteligencia. Para atender las necesidades de información que demanda el contingente ha enviado allí algunos agentes que por otra parte, no parecen ser suficientes. Hasta el estallido de la guerra, España tenía allí a un oficial y un suboficial encargados de las labo-res de inteligencia. El nombre del suboficial era Juan Anto-nio Bernal. Ambos hicieron gran parte de las labores de investigación a la hora de de-cidir que Diwanihya era una buena zona para desplegar a los soldados españoles. Una vez que se ordenó el envío de tropas, el oficial fue destinado a Nayaf como agente de calle para apoyar al contigente. Su puesto fue cubierto por otro oficial que apenas tenía conocimiento de la zona y mucho menos del idioma. Al frente de cada una de las dos bases españolas, la de Diwaniya y la de Nayaf se puso a dos agentes de calle. Dos personas que tienen que cubrir dos provincias de 600.000 y 1.300.000 ha-bitantes, respectivamente. Para apoyarlos hay un grupo de analistas que leen los informes de las patrullas, los periódicos locales, escuchan la radio y hablan con los contactos establecidos para poder clarificar la situación. Para muchos de los mili-tares implicados no se trata de una dotación suficiente. «Ocurren un montón de co-sas y no nos enteramos ni de lejos. La gente no está muy preparada. Y ya veremos en diciembre, cuando todo el mundo se va y vienen otros totalmente nuevos, incluido otro general, con menos idea todavía que los que estamos ahora», comenta un militar español.

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