Diario de León

La ONU, oenegés y expertos verifican el mal uso dado a los 7.000 millones de euros enviados

La dispersión de ayudas causó graves perjuicios a las víctimas del tsunami

Algunas zonas se beneficiaron de un superávit de recursos y otras, por contra, fueron olvidadas Álbumes:

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Isabel Saco / Mar Centener - ginebra
León

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Un año después del maremoto que asoló el Oceáno Índico es posible evaluar los efectos contraproducentes que tuvo el envío disperso y sin coordinación de la ayuda internacional, obviando la vía multilateral de Naciones Unidas. «Lo que debemos comprender es la necesidad de que los donantes coordinen esfuerzos, pues la ayuda bilateral (a través de organismos privados y públicos) no es eficiente cuando se trata de responder a un desastre», explicaba ayer Salvano Briceno, responsable de la Estrategia para la Reducción de Desastres (ERD) de la ONU. Para el experto venezolano, el mejor canal para este tipo de contribuciones es Naciones Unidas, a pesar de lo cual «fue mucho más el dinero que se canalizó bilateralmente y de manera dispersa» en ayuda de las víctimas del maremoto. Se calcula que el monto de la ayuda para los países afectados alcanzó los 8.500 millones de dólares (unos 7.000 millones de euros), de los 11.000 millones prometidos por la comunidad internacional, una cifra récord si se compara con la respuesta a otros desastres graves, como el terremoto que en octubre pasado causó 88.000 muertos en Pakistán y para el que la ONU tiene dificultades de financiación. Coincidiendo con el primer aniversario del desastre, un libro titulado Tsunami: La verdad humanitaria, del periodista suizo Richard Werly, cuestiona duramente la «precipitación» de la ayuda que llegó a las zonas devastadas y sus «efectos perversos». Werly, quien recorrió los litorales destruidos por el tsunami y estableció contacto con víctimas, donantes y organizaciones de ayuda, relata haber sido testigo, repetidas veces, de cómo cargamentos de ayuda debían regresar por donde habían llegado por falta de lugares de almacenamiento o de la infraestructura mínima para efectuar un desembarco. Aunque reconoce que una operación de emergencia es, por definición, siempre improvisada, critica que en Indonesia «mientras ciertas comunidades estaban inundadas de ayuda, otras eran gravemente dejadas de lado», una situación en la que también ha incidido el informe anual de la Federación de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, una de las entidades humanitarias más reconocidas. Mientras se mantenía el debate sobre el uso de los fondos, a primera hora de la mañana de ayer las ceremonias de conmemoración de la tragedia y tributo a las víctimas se repetían por todo el mundo. En Banda Aceh, la capital provincial de una de las zonas mas afectadas, el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, pidió un minuto de silencio en recuerdo de las 226.408 personas fallecidas ese trágico día en el Océano Índico, segun datos oficiales. El silencio fue roto por el ruido de la sirena del sistema de alerta de tsunami activada como prueba de los esfuerzos para que no se repita una catástrofe similar. «Fue bajo este mismo cielo azul, exactamente hace un año, cuando la madre tierra lanzo su mas destructivo poder contra nosotros», recordo Yudhoyono.

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