Diario de León

Las comidas ordenadas en el vuelo pueden proporcionar datos sobre la etnia del pasajero

EE. UU. exigirá la lista de pasajeros antes de dejar volar hacia su territorio

Cruza todos los nombres con los almacenados en una controvertida base de datos

Una mujer prueba un zumo en un control de pasajeros en el aeropuerto Domodedovo, en Moscú

Una mujer prueba un zumo en un control de pasajeros en el aeropuerto Domodedovo, en Moscú

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Óscar Santamaría - corresponsal | washington
León

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«No es tiempo de bajar la guardia». Con este claro mensaje el secretario de Seguridad Interior (DHS), Michael Chertoff, quiere dejar claro que las medidas de seguridad en los aeropuertos estadounidenses se van a mantener y que las líneas aéreas seguirán con su actual nivel «naranja» o «alto» de alerta terrorista, el segundo más elevado. Para ello deberán cumplir con una serie de exigencias, que chocan, no todas, con la reticencia de las autoridades europeas. España ya cumple algunas de ellas. La más controvertida es la insistencia de Washington en pedir a las aerolíneas que faciliten a las autoridades americanas los datos de los pasajeros de vuelos con destino a EE.UU. una hora antes de que despegue para que les dé tiempo a cotejarlos con su lista de sospechosos de terrorismo. Actualmente, esta información es enviada 15 minutos después de iniciar el vuelo. La nueva norma -que afectaría a los ciudadanos de los 27 países, entre ellos España, que no necesitan pedir un visado para viajar como turistas a EE.UU- podría entrar en vigor a principios del próximo año, según anunció Chertoff en una entrevista con la agencia Associated Press. El Gobierno estadounidense cruza todos los nombres en la lista de pasajeros con los que tiene almacenados en una controvertida base de datos con sospechosos de terrorismo, y no duda en ordenar al avión que regrese a su punto destino si alguno cuadra. En el pasado las sospechas que han dado pie a impedir el aterrizaje de los vuelos han sido tan polémicas como la que desató hace dos años la presencia del cantante Cat Stevens, convertido al Islam con el nombre de Yusuf Islam, y autor de varias canciones críticas con la invasión iraquí de EEUU. El programa bautizado como Secure Flight no sólo colecta los nombres de los pasajeros, sino toda la información acumulada por las aerolíneas, desde números de pasaportes y dirección en EEUU hasta las comidas ordenadas en el vuelo, que pueden proporcionar datos adicionales sobre la etnia del pasajero. En realidad las aerolíneas temen que esta colaboración acabe en los tribunales de la Unión Europea por violar la privacidad de los clientes. «La razón por la que no hemos aplicado esta medida aún es porque a las aerolíneas les preocupaban los pasajeros que llegan a última hora, y no desean demorar los vuelos», indicó Chertoff. A esto se unen los temores de la Unión Europea sobre cuestiones de respeto a la privacidad de los pasajeros, lo que no se ha resuelto todavía tras dos años de negociaciones. El nuevo empujón que Washington quiere dar a esta petición se ha visto precipitado por el complot terrorista abortado la semana pasada por las autoridades británicas. Desde entonces se han producido varias falsas alarmas, efecto de la psicosis que reina entre las aerolíneas y aeropuertos, con incidentes en Boston, Sidney o en el puerto de Seattle. Por su parte, y según fuentes de AENA, los pasajeros que viajan desde España a Estados Unidos cumplen «escrupulosamente» las medidas de seguridad decretadas el pasado día 10 por Washington y que ahora estudia hacer permanentes: la prohibición de embarcar con líquidos, perfumes o geles en el equipaje de mano. Sí pueden llevar consigo leche para bebés o zumo, siempre que el niño viaje a bordo y que la madre o el padre pruebe el contenido, así como medicinas con receta a nombre del pasajero que viaja en el avión, insulina y otras medicinas necesarias para el vuelo. Las nuevas normas son repetidas por los altavoces y repartidas en folletos. Como refuerzo, en aeropuertos como el de Madrid-Barajas se ha fijado un segundo control ante la puerta de embarque en los vuelos con destino a EE.UU. en el que deben quitarse los zapatos y que es supervisado por inspectores de la Administración de Seguridad en el Transporte del país americano.

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