Diario de León

El Príncipe Felipe asistió al acto de imposición del nuevo mandatario

Los cubanos no descartan que al final Fidel Castro presida los actos de su aniversarioCalderónjura entre abucheos su cargo como presidente mexicano

El presidente electo apenas permaneció tres minutos en el hemiciclo y él mismo se colocó la banda

Con una gran tensión y en tres minutos Calderón asumió el poder

Con una gran tensión y en tres minutos Calderón asumió el poder

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Antía C. Díaz Raúl Cortés - enviada especial | la habana méxico
León

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Una gran parte de Cuba, ama-nece hoy con la esperanza de que se concrete una de las ultimas hazañas de Fidel Castro: su presencia durante siquiera unos minutos en la gran fiesta de conmemoración del 50 aniversario del desembarco del Granma, simplificada en el cumpleaños del carismático dirigente comunista. Las posibilidades de que el viejo comandante aparezca son ínfimas, pero gran parte del pue-blo cubano aún confía en que Castro les ofrezca una sorpresa más. La Habana es hoy una ciudad tomada. La ya notable presencia policial en la capital cubana, una de las ciudades más seguras del mundo, se ha multiplicado. Hay controles en las carreteras, restricciones de tráfico y, desde hace días están cerradas las posibilidades de alojarse en algunas de las casas de ciertos barrios. Aquí se han dado cita simpatizantes de la revolución de varias partes del mundo, algunos anónimos y otros no tanto. Según fuentes oficiales, son más de 1.800 las personalidades que arroparán a Castro. La celebración no contará sin embargo con demasiado apoyo internacional. Es significativo que el diario oficial Granma destacara el jueves la presencia en los actos conmemorativos del primer ministro de San Vicente y las Granadinas, una república caribeña desconocida. Ni siquiera Hugo Chávez podrá arropar al régimen cubano, enfrascado como está en su batalla electoral. Estarán, eso sí, Evo Morales, que llegó ayer con una tarta de coca para Castro, y el nicaragüense Daniel Ortega. Felipe Calderón fue investido como nuevo presidente de México en la Cámara de Diputados, en una ceremonia fugaz y cargada de tensión por los intentos infructuosos de la izquierda de boicotearla. Calderón cumplió su promesa de asistir al acto protocolario de toma de posesión en el Palacio de San Lázaro, sede del Legislativo, pese a que la Constitución mexicana establece que en el primer minuto del 1 de diciembre se da inicio al mandato presidencial, de seis años. De hecho, hasta el último momento se hicieron conjeturas sobre la posibilidad de que el mandatario entrante y el saliente, Vicente Fox, no llevaran a cabo la transmisión de mando en el Congreso. Especialmente porque la pasada medianoche, en la residencia presidencial de Los Pinos, Calderón asumió el poder en un inédito acto en el que un cadete militar recibió de manos de Fox la banda presidencial y otro entregó al nuevo mandatario una bandera nacional. Un acto breve Según la Carta Magna del país, el presidente que abandona el cargo entrega la banda presidencial al titular del Congreso y éste debe dársela o ponérsela al que lo asume, lo que finalmente sucedió en el Congreso, como es tradición. En el acto, que comenzó a las 09.47 horas locales (15.47 GMT), con diecisiete minutos de retraso, Calderón surgió como por arte de magia de un lateral de la tribuna, resguardado por decenas de efectivos del Estado Mayor Presidencial, el cuerpo de elite del Ejército que custodia a los presidentes mexicanos. Segundos después lo hizo Fox, en una operación que debió de requerir de una gran coordinación y precisión entre la seguridad de ambos, camuflada con traje y corbata. Pese a los altavoces, la voz de Calderón al tomar posesión no logró apagar los gritos entre los legisladores del PAN, que lanzaron consignas como «Sí se pudo», y los del PRD, que corearon «Presidente espurio» e «impostor». Mientras esto sucedía, el que fuera candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador, celebraba una multitudinaria concentración con sus seguidores en el Zócalo (plaza principal) capitalino, a pocas manzanas del Congreso. El líder izquierdista, que el pasado día 20 se autoproclamó «presidente legítimo» de México e incluso nombró un simbólico «gabinete de ministros», convocó a sus seguidores a «marchar pacíficamente» hasta el Auditorio Nacional, cerca de la residencia presidencial.

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