Diario de León

El magnate aspira a volver al poder que perdió por sorpresa ya hace dos años

Veltroni personifica a una nueva generación de políticos

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El magnate televisivo Silvio Berlusconi, «Il Cavaliere», afronta las elecciones generales del 13 y 14 de abril con la aspiración de retomar el poder que perdió hace dos años, una derrota que no esperaba y que le relegó del primer plano. Con las últimas encuestas que le dan como vencedor frente a su rival, el líder del Partido Demócrata, Walter Veltroni, Berlusconi parece más tranquilo que cuando hace dos años se enfrentó a Romano Prodi. Hijo de un banquero de clase media, Berlusconi es a sus 72 años el tercer hombre más rico del país, con una fortuna que la revista «Forbes» calcula en casi 9.400 millones de euros, cuatrocientos más que en las anteriores elecciones cuando ocupaba el primer puesto de los potentados italianos. Su capital lo labró en una meteórica carrera empresarial que comenzó muy joven, cuando con apenas 25 años fundó su primera constructora, Cantieri Riuniti Milanese. Culminado su proyecto empresarial, Berlusconi desembarcó en política con la creación, en diciembre de 1993, de Forza Italia, un partido que, apoyado en consignas populistas y el poder de sus televisiones, logró irrumpir de forma espectacular en la pugna por el Gobierno. En sólo dos meses y con una incisiva campaña en la que prometía administrar el Estado como si fuera una de sus prósperas empresas, obtuvo una aplastante victoria frente al centroizquierda en las elecciones de marzo de 1994. Aquel Gobierno duró poco: desestabilizado por los ataques de la oposición, por polémicos decretos de ley y, sobre todo, por diversos escollos judiciales, sus aliados de la Liga Norte le retiraron la confianza, lo que precipitó su dimisión a finales de ese mismo año. Al mismo tiempo que proliferaban sus empresas, también lo hacían los procesos en su contra, hasta el punto de que entre 1996 y 2000 tuvo abiertos hasta cinco juicios a la vez. Sin embargo, nunca pisó la cárcel, ya que todas las causas acabaron en absolución, prescripción del delito o una maraña de interminable burocracia judicial que prosigue aún.

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