Diario de León

El Pontífice colocó la primera piedra de una universidad católica en la segunda jornada de su viaje

Benedicto XVI invita al islam a cultivar el «potencial de la razón»

El Papa entra por segunda vez en una mezquita y alerta ante «las manipulaciones ideológicas»

Benedicto XVI observa la cruz de metal colocada en el monte Nebo

Benedicto XVI observa la cruz de metal colocada en el monte Nebo

Publicado por
Íñigo Domínguez
León

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amán

El Papa comenzó ayer temprano su agenda en Jordania con una excursión al monte Nebo, a 42 kilómetros de Amán. Es en esta colina donde la tradición ubica el pasaje del Deuteronomio en el que Dios muestra a Moisés la tierra prometida. Desde este lugar se domina una vasta vista del Mar Muerto y el Jordán, Jericó y, al fondo, en los días claros, la cúpula dorada de la mezquita de Jerusalén. Es el comienzo del itinerario espiritual, cronológico, que seguirá Benedicto XVI en este viaje de ocho días, y le permitió remontarse al «inseparable vínculo que une la Iglesia al pueblo hebreo». Ha sido la primera mención al entendimiento con los judíos, en vísperas de su llegada a Israel, pero enseguida descendió a una inmersión en la tarea central de ayer, el diálogo con el mundo musulmán.

Razonamiento

La gran cuestión de las relaciones con el islam, que se impuso con toda su carga de problemas en el episodio del discurso de Ratzinger en Ratisbona en el 2006, fue abordada ayer al colocar la primera piedra de una universidad católica en Madaba y en la visita a la mezquita de Al Hussein Bin Talal. Los discursos del Papa en ambos lugares son parte de un mismo razonamiento, articulado y ambicioso, que conecta con las reflexiones, incomprendidas y eclipsadas, de Ratisbona. Aquí se entra en la densidad conceptual de un papa que no se presta a titulares rápidos en los diarios digitales.

El eje de las dos intervenciones de ayer fue la relación de fe y razón, tema central del pontificado de Benedicto XVI, un Papa filósofo, teólogo, que ve en ello la clave, tanto para las relaciones de la Iglesia con la sociedad laica como para el diálogo entre Occidente y el islam.

Lo curioso es que el Papa predica un equilibrio que en Occidente le lleva a criticar la razón moderna y hasta la Ilustración, por marginar la fe, pero que en el mundo islámico le catapulta a la otra parte, a ensalzar la fuerza luminosa de la razón, pues las sociedades musulmanas no han pasado por la Ilustración, ni distinguen entre religión y Estado, y están viviendo la extensión del fanatismo violento. Alguien en el Vaticano debe preocuparse de que no llegue a intercambiar los discursos.

Ayer lo expuso con toda franqueza en la mezquita al lanzar el desafío al islam «de cultivar por el bien, en el contexto de la fe y la verdad, el vasto potencial de la razón humana». Del mismo modo, había elogiado la vida cultural de la universidad, como lugar crucial de la sociedad civil, para formar «talentos críticos y erradicar la ignorancia y el prejuicio». Cristianismo e islam, según el Papa, pueden encontrarse en este campo del bien común, en el diálogo cultural, no teológico, y éste es el papel decisivo que les aguarda en el mundo actual: «Nuestra dignidad humana origina los derechos humanos universales, que valen igualmente para cada hombre y mujer, sin distinción de grupos religiosos, sociales o étnicos».

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