Diario de León

El no a la Sama-Velilla cumple cinco años de lucha sin una torreta en pie

El colectivo leonés que se opone a la línea ha logrado frenar la iniciativa del Gobierno tras batirse en manifestaciones y una respuesta social sin precedentes

Miembros de Bodón ante escombros de la Lada-Velilla.

Miembros de Bodón ante escombros de la Lada-Velilla.

Publicado por
L. urdiales | redacción
León

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La Sama-Velilla es un proyecto del Gobierno; Sama-Velilla No es una marca, señuelo del orgullo del pueblo montañés que se creía extraviado. El germen se encuentra en marzo, en un mes de marzo del 2005, cuando el Curueño se subleva a la vez contra el trazado de la línea y contra un corte de la carretera. Cinco años después hay material para calificar el resultado parcial de León contra el Estado, León contra Zapatero, León contra REE, León por su futuro, como parte de un relato de épica; el colectivo cívico redondea el capítulo de gastos en 5.000 euros y el resultado en el paisaje: desde marzo del 2005 hasta ahora no se ha puesto una torreta en pie. Ningún otro territorio ha resistido tanto el pulso al aparato del Estado en materia de estructura eléctrica; y eso que el pleito venía precedido de desastrosos ejemplos cada vez que el Gobierno se encaprichó con poner la tienda en León. No hace falta recordar los embalses o los cierres de sectores claves para la economía.

En cinco años, cuatro manifestaciones, iniciativas simbólicas para prender el interés de la sociedad contra la autopista eléctrica sobre la cabeza de la montaña leonesa, un colectivo que puede alcanzar ahora los 190 adscritos (entre entidades locales, asociaciones, apoyos del mundo intelectual y científico) ha levantado un muro difícil de franquear. Desde el otro lado empujan ministros, el gobierno asturiano, o el emporio eléctrico; desde dentro de León, un grupo de gente que ha salido del anonimato y de sus que haceres diarios a base de resistir contra pronóstico. 27.000 firmas en forma de alegaciones, la ciudadanía de León, ha convertido el fenómeno en elemento atractivo para los políticos, que al sumarse a la propuesta de cuestionar al poderoso e promociona la línea de alta tensión se justificó con un sincero «yo estoy aquí por si acaso tenéis éxito». En eso está el movimiento cívico.

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