Diario de León

«Para que los alumnos lean más, hay que prohibirles la literatura»

Clara Sánchez, ganadora del Nadal 2010, fomenta los beneficios de la rebeldía juvenil

Clara Sánchez.

Clara Sánchez.

León

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«La enseñanza pública es absolutamente necesaria para la salud mental y para la calidad de vida». Lo dijo ayer Clara Sánchez, ganadora del Premio Nadal 2010 por la obra Lo que esconde tu nombre . La escritora ofreció su punto de vista sobre la enseñanza desde el prisma de su condición de literata: «No es bueno llevar a los niños a centros exclusivos. La cultura no puede partir de los ghettos, tiene que estar en la calle. El último crack de Wall Street partió de gente que se creía superior porque venía de sitios así».

La escritora de Guadalajara entiende que la educación ataca «al órgano más perezoso del cuerpo humano, el cerebro» y anunció su voluntad de escribir algún día una novela en la que hable mal de los alumnos: «Sería meterme en un terreno peligroso, pero no lo descarto».

Invitó a cambiar de profesión a quien piense que se puede vivir bien de la literatura: «Trabajo para poder permitirme escribir, no lo contrario. Nunca pienses que una novela te puede retirar».

Conoció la vida realmente a raíz de una delicada enfermedad que mantuvo a su madre postrada en un hospital tres meses: «Desde un mirador tan particular, puedes comprender mejor las soledades y las alegrías. La gente paseaba feliz en la calle, cuando yo miraba por la ventana. Pero ellos estaban fuera y yo estaba dentro. Era la diferencia».

El libro por el que consiguió el premio «no es una historia de nazis, pero de forma intuitiva va tocando las cosas. Son personajes ideales para una novela sobre el miedo psicológico». Clara se va a una playa a reflexionar sobre su vida sentimental y topa con un matrimonio de ancianos que la ayuda en un momento difícil y luego le da trabajo. Después se cruza con un republicano que le abre los ojos sobre el pasado nazi de la pareja. «Es una novela de apariencias y hasta los peores monstruos tienen cara agradable».

«Sólo los profesores conservan el poder de enseñar con gestos y sin frialdad», explicó al hilo de las similitudes con la novela. «De todos modos, para fomentar la lectura entre los jóvenes, lo mejor es prohibirles leer, que por rebeldía, harán justamente lo contrario. Siempre ha sido así».

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