fiestas de san juan y san pedro
En León no cotiza el acero
Los pañuelos de la Presidencia de la plaza de toros de León vuelan con benevolencia, que es signo de generosidad. Unos dicen que en pro de la Fiesta, pero lo cierto es que el coso del Parque lleva años sin subir de nivel.
Ayer, la historia se repitió una vez más, ante un público entregado desde el paseíllo. La tarde de éxito no estuvo exenta de destellos de calidad. Cómo no, estando en el cartel ese rejoneador de otra galaxia que es Pablo Hermoso de Mendoza, al que la Presidencia premió en exceso su actuación en el albero, y dos jóvenes jinetes que vienen pisando fuerte, como son Leonardo Hernández y Manolo Manzanares.
Hermoso de Mendoza demostró una vez más su gran dominio, pero tampoco es que fuera el Pablo de las mejores tardes en El Parque. Los toros de Luis Terrón sirvieron pero no ayudaron en el último tercio, en el que los tres rejoneadores no anduvieron finos, aunque desde el palco no se vieran los aceros con exceso celo. Y menos para darle al cuarto la vuelta al ruedo.
En el primero Hermoso de Mendoza sacó su extenso manual, con batidas limpias, quiebros y piruetas delante de la cara del toro, en el que destacó Disparate. Pero un metesaca antes de la estocada final evidenció que hasta los más grandes no siempre sacan un diez.
Leonardo Hernández, en su primero, apretó al maestro con palos que siempre quedaron arriba. El cordobés demostró sus cualidades primero con Olé y, sobre todo con Templario, y fue realmente espectacular en un par de banderillas a dos manos. Pero, otra vez, la espada no fue fulminante, lo que dejó su actuación en una oreja.
Manzanares cerró la primera parte del festejo ante un toro que no le ayudó. Un pinchazo marcó de nuevo el nivel de la tarde.
En el cuarto, Hermoso salió a por todas. Son amigos, y hasta discípulos, pero en la plaza no hay amigos. Pirata hizo el resto. Espectacular cabalgando con las manos libres, como si montar a caballo fuera como montar en bicicleta.
Leonardo mantuvo el nivel de su primero, pero el toro no era el mismo, aunque mató bien y se ganó la puerta grande.
Manzanares destacó en el sexto con su caballo Garibaldi, provocando al toro hasta clavar las banderillas. Su actuación buscó la puerta grande de principio a fin con arrancadas delante de la cara del toro. Y el público le recompensó.
El festejo sirvió y el público se lo pasó bien, pero no para tanta oreja. Bueno, para gustos hay colores... y pañuelos.