Diario de León

PAPONA DE ACERA

Plegarias al cielo

León

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Que ya es Semana Santa incluso antes de que la Virgen del Mercado, la del Camino la Antigua, la Morenica, la más venerada en León, la que dicen que atiende todas las súplicas salga hoy a la calle se percibe en toda la ciudad. Aunque las túnicas estén todavía guardadas, o colgadas de una percha en la puerta, quizá planchadas ya, a la espera del gran día. El día en que sale la procesión. Todavía no se ha vuelto papón León entero cuando la pasión, aún sin Pasión, late ya en la calle. A la puerta de Santa Nonia, en las Carbajalas, las Trinitanias, los Capuchinos, San Isidoro... y en el Mercado. No huele a incienso ni a flores y aún así, el aroma de la Santa Semana llega a todos los rincones.

Y sus sonidos. Los últimos ensayos de las bandas de cornetas y tambores y el eco en madera, metal y viento de los montadores, que también resoplan, afanados en su tajo, que ya comienza.

Se siente que es Semana Santa antes de haber comenzado porque acostumbra la ciudad a mirar al cielo. Rogativa contraria. Una plegaria, una súplica, un rezo. Que no llueva, por Dios.

Creen los papones leoneses que si hoy, a las 8 en punto de la tarde no lo hace, si cuando la Señora de León salga por Herreros y Escurial y se encamine por la cuesta de las Carbajalas, y por la aún más leonesa de los Castañones, si cuando la marea popular lleve flotando por la ciudad más vieja, en volandas y rezos, a la Piedad tallada en credo y madera de peral, si cuando eso suceda no ha llovido aún, no lo hará en toda la semana. Al menos en tiempo de procesión. Y eso es fe de papón. O esperanza, mas bien. Pues no siempre se cumple lo que reza la leyenda, o la historia, o la tradición, quién sabe ya, que si el cielo se ha contenido, los braceros le devolverán el favor meciendo dulcemente los pasos. Y no habrá talla que quede en casa.

Con el sol en pie todavía, en el pórtico de una iglesia de la que hablan los escritos ya en el 1092, que acaso fuera antes que eso lugar de culto precristiano y paso obligado de romanos, allí, donde dicen que un pastor encontró la primera talla de la Virgen del Camino, no la de arriba, no, que esa vino después y a ésta, a la de siempre, la primera, hubo que ponerle luego el sobrenombre de la Antigua, allí, en donde debió de haber una zarza en la que se cobijó la imagen de la Señora, en el 560, el 9 de febrero, en plena persecución arriana, mucho antes de que otro pastor, Albar Simón Gómez González, de Velilla de la Reina, se encontrara, el 2 de julio de 1505, que donde la historia no precisa y precisa de contar milagros lo son en cambio las fechas, ya ves, se le apareciera la otra Virgen del Camino y le mandara tirar una piedra y en el lugar que cayera erigiera una ermita y esa talla se convirtiera en patrona de León pero no reinara en el corazón de los devotos, ay, que siguen encomendado sus penas al consuelo de la Piedad vieja, en ese mismo lugar los secretarios de las cofradías y hermandades cumplirán hoy el rito no escrito de intercambiarse, con las varas en alto, invitaciones y buenos deseos ‘en hora buena’, que así sea.

Saldrá del Mercado su Dueña a hombros de los braceros, 60 titulares y en espera otros 45 suplentes, a quienes sólo se exige que vistan traje negro, camisa blanca y corbata de luto, y que sean mozos del barrio, o lo que es lo mismo, si no bautizados en el Mercado, que hubieran nacido allí, no importa en qué año. Pero no la llevarán ellos, ni el alcalde y sus concejales, que convirtieron en costumbre pujar bajo sus andas calle Ancha abajo. La llevará la gente, a Ella, que fue adorada por reyes y príncipes, a ella, la Reina, a quienes reinas y damas adornaron con mantos y alhajas. A quien fue bálsamo para el desconsuelo y protección milagrosa contra pestes y sequías. A quien da alivio a los que sufren, no importa en qué siglo ni por qué motivos. «Vosotros que pasáis por el Camino, mirad y ved si hay dolor como mi dolor» ( Lamentaciones 1:12-22 )

Saldrá la Virgen de las Tristezas en la procesión inmemoral de León de la que todos guardan memoria, la que dicen que tiene cinco siglo. La Virgen del Mercado, la Antigua, que fue blanca y un cronista de apellidos Cayón Waldaliso, primero de estirpe de contadores, bautizó la Morenica pues ceras y velas tiñeron de oscuridad. A ella, que da luz, la iluminan esta noche con miles de velas. Procesión de almas buenas. Plegaria al cielo, ¿no hay en la tierra quién intervenga? El pueblo con su Señora. Y es cuando todo empieza.

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