Diario de León

Gurú de la capoeira y otras artes

El gimnasio que regenta en el centro de León está repleto de trofeos que recuerdan sus logros como atleta. Subcampeón mundial y bicampeón europeo de capoeira, este brasileño de 34 años se ha convertido en un referente para los aficionados leoneses, especialmente los chavales. El instructor Quebra-Côco exhibe sus artes para León al sol.. LOCALIZADOR Texto LOCALIZADOR Texto LOCALIZADOR El apodo corresponde a Marcelo Amorim (Brasil, 1979). Fue graduado por el maestro Burguês en el campeonato mundial del Grupo Muzenza en Curitiba (2002). En ese año viajó a León para terminar la carrera de Inef. En el 2008 recibió una mención como Atleta Destaque Técnico en la Superliga Brasileira de Capoeira, celebrada en París. En el año 2009 cambia de graduación y Quebra Côco pasa a ser monitor. Ese cambio tiene lugar en Río de Janeiro en el quinto campeonato mundial abierto Muzenza. A partir de entonces comienzan los grandes logros, entre ellos el título de subcampeón mundial (2009) y los de campeón europeo (2010 y 2011). Actualmente ofrece formación en el Centro de Enseñanza Muzenza (Colón, 34).

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«Duermo, respiro capoeira». Así define su filosofía de vida el brasileño Marcelo Amorim o instructor Quebra-Côco, un nombre con el que le bautizaron tras dejar K.O. a su hermano en un entrenamiento siendo un chaval. Ahora, a sus 34 años, se ha convertido en el formador de cientos de leoneses aficionados a este método de combate originado en Brasil en tiempos de la colonización. Y también en el entrenador de artes marciales como el jiiu-jitsu de origen japonés o las denominadas artes marciales mixtas, un deporte de combate extremo que incorpora técnicas de lucha de diversas disciplinas.

«A mí como filosofía de vida me ha ayudado mucho en momentos puntuales; puede ser una terapia para cualquiera», explica Marcelo en una visita exprés por el Centro de Enseñanza Muzenza (calle Colón, 34), en donde se han instruido cientos de personas en alguna de las artes que oferta como monitor. Diplomas, trofeos y más trofeos llenan estanterías y paredes en este centro que también hace de sede de la Asociación Leonesa de Capoeira y de la Asociación Cultural Brasileña, de la que Marcelo Amorim es presidente.

Pero este centro es un microespacio comparado con los cientos de kilómetros cuadrados que abarca el legado de este brasileño afincado en León desde que en el año 2002 se trasladase a la ciudad para concluir sus estudios universitarios en Inef. «He sembrado la semilla en todo el norte de España», asegura. «He ofrecido mi experiencia como atleta y un método de enseñanza que en realidad es una formación del ser humano; ayuda mucho en la educación de los chavales».

Y ese quizá sea uno de sus éxitos. Ha abanderado durante años el trabajo de la Escuela Municipal de Capoeira y en varios colegios y muchos de sus clientes son precisamente jóvenes a los que sus meditadas intrucciones son el mejor consejo. La experiencia de Amorim demuestra que la capoeira «aporta disciplina, constancia y concentración; genera confianza y seguridad; ayuda a mantener en forma; es musicalidad y cultura; ayuda a estudiar historia y geografía: se ocupa de mantener vivo el uso del portugués durante las clases, y, sobre todo, estimula la convivencia social, el respeto y la tolerancia».

Pero si hay algo que debe llevar detrás cada movimiento del instructor es perseverancia y esfuerzo. En una sesión fotográfica para realizar este reportaje, Marcelo Amorim exhibe en el paseo de Papalaguinda algunos de los movimientos y poses más emblemáticos de la capoeira. Una fortaleza física privilegiada que, según él, se debe acompañar con el «sano hábito de comer bien». La nutrición es, precisamente, uno de los nuevos servicios que ofrece su centro como apoyo a un método de enseñanza duro (muzenza), que tiene como uno de sus principios la paciencia. «En judo eres cinturón negro en cinco años; en capoeira, con cinco años no eres nadie», advierte. En su caso, la enseñanza comenzó con cinco años. Sus padres le matricularon entonces en un club, como a su hermano ( Bombeiro , por su profesión). Ambos son ahora unos referentes en esta mezcla de arte y lucha que desarrollaron los esclavos para entrenarse y preparar el cuerpo con el único objetivo de huir de sus patrones. Hoy siguen existiendo otras razones para huir a través de la capoeira.

marco romero

leonalsol@diariodeleon.es

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