Diario de León

PAPONA DE ACERA

Lo que el cielo quiera

Tres procesiones para el Sábado de Pasión

La Plaza del Grano aparece abarrotada de público esperando el paso de la Virgen del Mercado

La Plaza del Grano aparece abarrotada de público esperando el paso de la Virgen del Mercado

León

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En penumbra estuvo durante siglos, oculta en una capilla, que nadie se fijara en ella. En el invierno de 1628, los frailes carmelitas descalzos de La Bañeza llamaron al escribano público de la ciudad para estampar su firma en un documento. El 3 de noviembre, Matías Gómez entró en la sacristía y dio fe. Avalaban con los bienes y rentas del convento un poco de arte. Dos mil seiscientos reales. Firmó fray Francisco. Y también Gregorio Fernández.

Ni Fray Francisco, ni los hermanos carmelitas ni el mismísimo Fernández sabían entonces que esa sería la última Piedad del gran imaginero. Tenía entonces 52 años.

Su obra, una copia perfecta realizada por el restaurador Mariano Nieto, sale hoy a la luz por las calles de León. Arte puro en la ciudad. Es la hermandad de dos cofradías la que hace posible este milagro. Papones y cofrades juntos. La Real Hermandad de Jesús Divino Obrero de León y la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Bañeza. Un año aquí, otro allí. Y así desde hace veinte ya. Por ese motivo, la procesión que arranca a las cinco en punto de la tarde será este año más larga y entrará en la ciudad antigua por la calle Teatro para acariciar con su música a la otra gran Piedad de León, la Virgen del Mercado, guardada de nuevo en su iglesia, devuelta a su casa la Señora después de haber salido la víspera en procesión de miles de almas.

Es obligado el sol en esta tarde santa, la segunda de la semana de diez días. Manda la tradición que no llueva en sábado de Pasión, que el cielo quiera que sea sevillana la atardecida leonesa porque a las seis sale de la basílica que guarda el Santo Grial la cofradía de nombre eterno. Aires del sur para los papones y paponas de la sacramental y penitencial cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los Leoneses. Pujando con dos hombros, elevando sus capirotes al cielo, un metro de alto en azul noche, que el luto va por dentro y la procesión por fuera.

Conviene que calle el bullicio de la primavera recién estrenada, este año sí, para que se escuche la intensidad de la Coral Isidoriana justo a la salida, en Santo Martino, en la iglesia que acogió al santo leonés más andaluz y viceversa, al sabio San Isidoro. Y luego volverán los sones en la Capilla del Cristo de la Victoria. Y si se deja espacio al silencio, es escucharán los toques que emocionan bajo las andas a braceros y braceras.

Caída la noche ya, oscurecido el cielo, haya nubes o no, en las últimas horas antes de que el reloj cambie de número por imperativo legal y los días se alarguen una hora más, se escucharán en León viejos sones, antiguas tradiciones que a punto estuvieron de ser olvidadas. En San Claudio, en el viejo barrio que guarda la historia de la ciudad, la Bienaventuranza saca su Cristo en viacrucis procesional y el Trío de Capilla Legio VII recordará cómo sonaban los cortejos procesionales antes de que los siglos corrieran tanto y llegara la prisa. Y sólo si se deja correr el tiempo y se aguarda con paciencia, se romperá el silencio con el quejido de La Madrugá. Y no habrá ya palabras. Y la noche del segundo día habrá acabado pero no la emoción. Que es León ciudad de Semana Santa.

Las Procesiones de hoy

Susana Vergara Pedreira

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