Diario de León

Gadis crea 59 empleos en 3 años en León

El grupo gallego compra al año 95 M€ en productos de Castilla y León / Planifica los cultivos junto a los agricultores directamente / Desde sus enormes centros logísticos sirve a más de 360 puntos de venta.

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M. Á. RODRÍGUEZ | VALLADOLID
León

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Tras Galicia —cuna del Grupo—, Castilla y León es la gran apuesta de Gadisa: junto con la parte tangible, es decir, el centro logístico ubicado en el término municipal de Medina del Campo, la compañía fundada por Roberto Tojeiro y que preside su hijo, Roberto José Tojeiro, trata de echar raíces en la comunidad autónoma a través de los productores locales. Y es que, anualmente, ya supera los 95 millones en compras a proveedores con sello castellano y leonés.

«Nuestra filosofía es estar cerca de los productores», manifestó el director de logística de Gadisa, Adolfo Díaz. «El producto llega fresco y se garantiza la calidad y el precio al no haber intermediarios. Y asesoramos a los agricultores, por ejemplo, para que planten lo que más demandamos», añade el directivo.

León es una provincia clave para Gadisa. De hecho, uno de los últimos supermercados que puso en marcha en la comunidad fue en la provincia: en mayo de 2014 abrió sus puertas el establecimiento de Villablino. Con éste ya suman ocho tiendas Gadis, un Cash Ifa y seis franquicias Claudio. Tal y como informan fuentes de la compañía, entre los 30 empleos de León en 2012 y los 29 de Villablino en 2014, el grupo ha creado casi 60 puestos de trabajo directos en los últimos tres años, sin contar los que emergieron después de la puesta en marcha de la franquicia Claudio en Almázcara el pasado año.

Este periódico tuvo la oportunidad de visitar el centro logístico de Gadisa en Betanzos, a pocos kilómetros de La Coruña. Un mastodonte de 50.000 metros cuadrados que mueve 200.000 cajas al día, recibe 4.000 palés en 100 tráilers y da salida a 200 vehículos. «En hora punta, habrá por aquí unas 1.000 personas», en un espacio en el que trabajan unas 400 sólo en el almacén y que, anualmente, genera 5,2 millones de movimientos sólo de cajas reutilizables.

El ir y venir de las carretillas en unos pocos metros cuadrados testimoninan el no parar de un centro milimétricamente medido y estratégicamente dividido: una pared separa la alimentación de lo que no lo es —detergentes, droguería, etcétera—, y otra más ancha aleja a ambos del producto fresco. Son 13.000 metros cuadrados dedicados a fruta, verdura, charcutería y lácteos, fundamentalmente.

Es tal el género pasa por el centro logístico que, ahora, las estanterías crecen en altura: en cuatro pasillos hay unas 3.500 referencias. Y es que se trata de un espacio en el que pueden llegar a juntarse entre 12.000 y 14.000 productos distintos. «Queremos que el cliente elija, no elegir nosotros por él», apunta Díaz.

Pero, ¿cómo pueden los operarios no perderse por ese mar de referencias? Efectivamente, está todo milimétricamente medido. A través de un ordenador instalado en cada carretilla y un sistema de radiofrecuencia y de reconocimiento de voz se llenan camiones en minutos. «A través del pinganillo, el sistema traslada la referencia, canta el pedido, con la ubicación en el almacén. Se gestiona por distancia, para optimizar», explica el director de logística. «Varias personas llenan el mismo camión para cerrar el pedido rápido». Hay que tener en cuenta que entre este centro y el de Medina del Campo sirven a más de 350 puntos de venta entre Galicia y Castilla y León.

En producto fresco —Mercaverde— funciona este mismo sistema pero aquí las carretillas alimentan las mesas hidráulicas, que con un sensor saben lo que se debe descargar. Una cinta transportadora desplaza las cajas hacia los palés, colocados cada uno en un puesto. ¿Qué sucede? Que cuando cada unidad llega a su palé, el sistema la reconoce y la saca de la cinta. Unos operarios reciben mercancía en la mesa para ponerla en la cinta —que ella misma la coloca en posición—y otros recogen esa caja que, automáticamente, se sale del camino. «Por peso y velocidad, la máquina sabe de qué producto se trata», apunta Adolfo Díaz.

Un almacén de género fresco que es un universo de las temperaturas: cámaras a 3º junto a otras a 7º y a la de congelados: -20º. Claro que la humedad también está espectacularmente medida. «No hay ni ruidos ni corrientes de aire». Todo para mantener a punto unas 40.000 cajas cada día. «Hay un coste añadido en proteger el producto», explica también Díaz.

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