Diario de León

EL ARREGLO DEL GRANO ■ UNA OBRA CON POLÉMICA

El vecindario del Grano quiere salir del socavón

La mayoría de los vecinos respalda el proyecto, aunque insiste en que se deben respetar las técnicas tradicionales y no alterar la estructura original.

María del Carmen Miguélez insiste en que se debe hacer la obra. F. OTERO PERANDONES

María del Carmen Miguélez insiste en que se debe hacer la obra. F. OTERO PERANDONES

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álvaro caballero | león

Desde la esquina de Herreros, frente a la iglesia del Mercado, las máquinas avanzan. Dentro del mostrador de la Sacristía, Marcelino Escudero, mira por la ventana y lanza una mirada recriminatoria al otro lado de la calle, donde están los conservacionistas con su consigna de Salvemos la plaza del Grano. «No se han molestado ni en leer el proyecto, no tienen fundamento. Yo estoy a favor, como la mayoría de los vecinos», concede sin dudar, convencido de que «lo que se va a hacer es una restauración como han explicado, por lo cual quedará idéntica pero mejorada y con aceras más anchas para favorecer la accesibilidad». «Si respetan lo que ponen los planos no veo yo tampoco el problema. Ya se ha dicho que no habrá hormigón, así que cuanto antes comiencen con la zona central, mejor», secunda uno de los parroquianos, José Manuel Madarro.

El criterio favorable a la obra se repite entre los vecinos de las casas del entorno, aunque no es unánime la confianza. José María Fernández Criado tiene claro que «es negativo porque va a cambiar la estructura total de la plaza». «Va mallazo en la base», apostilla a su lado uno de los miembros de la plataforma, que muestra una parte parcelada del documento del proyecto, a pesar de que el arquitecto ya ha insistido en que este material sólo se utilizará en las calles laterales, no en el centro de la plaza. Pese a todo, el vecino, insiste en que «en 1989 los hermanos Torices sí que lo hicieron con la técnica antigua». «Y el ensanche de las aceras va a ser un desastre y un bofetón posmoderno en una plaza rural», subraya, mientras a su lado su pareja, Pilar Sánchez, mantiene que la intervención «no respetará el alma del Grano». «Tratar de normalizarla me parece una destrucción. Hay que respetarla con su aspecto», concede la vecina, que va más allá e incluso propone que «se quiten los árboles, que tienen poco más de 60 años y cuyas raíces son inapropiadas».

No coincide en el rechazo Juan Carlos Fuertes, quien hace 55 años que llegó a la plaza, con apenas dos, y ha visto «de todo». «Hay que arreglarla. Basta con mirar cómo está. Se tiene que levantar y volver a ponerlo como está porque lo que no puede consentirse son esos socavones que cada vez son más grandes», reseña, a la vez que remata con el argumento de que «ya se levantó más veces y quedó bien». «Esos que están ahí protestando deberían vivir aquí. Se está sacando todo de madre porque no se va a alisar, ni nada de lo que dicen. Y que no digan que no se necesita ensanchar las aceras porque hay tramos en los que no libran dos personas, ni carritos, y aquí hay muchos mayores», abunda su compañero de piso, Carlos García Iglesias.

Una de esas mayores camina por la acera de la linde norte de y bordea la plaza para «ir a hacer unos recados». «Cómo no va a necesitar un arreglo», sentencia María del Carmen Miguélez, que no entiende muy bien «la tontería de que se amotinen porque pasen unos camiones». «Yo sólo pido que lo hagan de la mejor manera posible. No he visto el proyecto, pero me fío de los expertos que lo han hecho», remata, asomada a la ventana de casa desde la que se ve toda la plaza y el ajetreo de la media docena de manifestantes que hacen guardia.

Uno de ellos es Ricardo Rodríguez. No vive en la plaza, pero entiende que «la única obra que hay que realizar es la rehabilitación y repaso de las calvas siguiendo el sistema tradicional de tierra cruda con los cantos encima y por medio de hacendera». «No hay garantías de que se ajusten al empedrado tradicional», teme.

No lo tiene tan claro Paco Moyano. Mientras atiende la barra del bar El Grifo apunta que «lo que se debe hacer es arreglar la plaza y que venga una cuadrilla de mantenimiento cada 6 meses», aunque entiende que «el ensanchamiento de las aceras no es necesario porque además comen un poco de empedrado». «No habría problema si utilizan técnicas tradicionales y si es verdad que no hay hormigón, que es algo del boca a boca que se ha dicho y al final parece que ha cambiado el mensaje», admite, a pesar de que el balcón tiene el cartel de Salvemos la plaza del Grano.

Los manifestantes ayer a mediodía. F. OTERO PERANDONES

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