El día que León condecoró a Franco

A. G. Puente | redacción

En su ajetreada agenda de aquella jornada, a quien entonces llamaban el caudillo tenía previsto inaugurar la Escuela de Facultativos de Minas en León capital, visitar Antibióticos y conocer los regadíos del Páramo y las minas de la Hullera Vasco Leonesa en Santa Lucía de Gordón. Los mineros, en la cuenca de la montaña central por la mañana, y los agricultores, en el campo por la tarde, aguardaban a Francisco Franco para tributarle un homenaje. El día también deparaba al dictador las medallas de oro de la ciudad y la provincia, que ahora, cincuenta y cinco años después dejarán de contar en su innumerable nómina de condecoraciones. El Ayuntamiento y la Diputación han anunciado esta semana que despojarán de estos honores al que fuera jefe del Estado. Cumplen así la Ley de la Memoria Histórica, diez años después de su entrada en vigor.

Era 17 de septiembre de 1962 y la ciudad amanecía engalanada «para renovar al caudillo de España su más incondicional y entusiasta adhesión», tal y como narraban las crónicas de la época. Alojado en San Isidoro, a primera hora Franco asistió a misa en la basílica. Luego se dirigió a la Escuela de Minas, donde le esperaban seis ministros, entre ellos Manuel Fraga, para inaugurar el centro universitario, bendecido en el acto por el obispo Almarcha. De allí a la fábrica de Antibióticos y una breve visita al hogar nacional sindicalista. Tras su paso por la cuenca minera de la Hullera Vasco Leonesa, por la tarde la agenda tenía preparada visita a Santa María del Páramo y parada en el santuario de La Virgen del Camino.

La Diputación preparó el escenario para lo que consideró en aquel momento una histórica jornada. Un trono con dosel en el salón de plenos para recibir a Franco y agasajarle con la Medalla de Oro de la Provincia. Antes de llegar allí, el ‘caudillo’ asistió a un Te Deum en la Catedral oficiado por el obispo Almarcha. También en el Palacio de los Guzmanes recibió la Medalla de Oro de la Ciudad con laureles, que le había concedido el Ayuntamiento en un pleno celebrado el 27 de marzo de 1952.

El alcalde de aquel momento, José Martínez Llamazares, exaltó en su discurso que la ciudad concedía a Franco su máxima distinción «como testimonio de sincera gratitud por cuanto habéis hecho por España al liberarla, engrandecerla y magnificarla».

Antes de entregarle la distinción, el regidor enfatizó: «Esta vieja ciudad, raíz de la patria y cuna de reyes, se siente tan honrada con vuestra presencia y lo estará doblemente si os dignáis a aceptar su más preciada condecoración...».

Luego llegó el turno del presidente de la Diputación, José Eguiagaray, quien resaltó «por encima de la gratitud nacional» la importancia del pantano de Luna, los saltos del Sil y el proyectado embalse del Porma. «Por todo esto señor, y por mucho más que se podría añadir, que nosotros conocemos bien y todos pueden ver, León tiene con vos una imperecedera deuda de gratitud y con acendrado cariño a vuestra persona». La maratoniana jornada, aquella de septiembre de 1962, finalizó con una cena en el Salón del Pendón de Baeza de San Isidoro.

Diez años después de la promulgación de la Ley de la Memoria Histórica, los honores de León a Franco quedarán borrados del acervo de la ciudad. El Ayuntamiento y la Diputación habían pasado de puntillas hasta ahora sobre este asunto, pese a que el Consistorio tuvo en este tiempo un equipo de gobierno socialista, partido que impulsó la ley con el presidente Zapatero a la cabeza. Diario de León ya adelantó en diciembre de 2016 que la ciudad y la provincia aún tenían en la nómina de sus medallas de oro al dictador Franco.