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Rescatan un acuerdo de 1838 que avala el lucro de un monte para los cuatro pueblos de San Andrés del Rabanedo

El Catastro constata que el aprovechamiento es mancomunado y no sólo de Ferral, como pedía

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P. INFIESTA | SAN ANDRÉS
León

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Una reciente reclamación del pueblo de Ferral del Bernesga al Catastro, reivindicando la propiedad de un monte de 625 hectáreas, ha sacado a la luz una sentencia de 1797 y un curioso convenio de 1838 que sellaron las cuatro localidades del municipio de San Andrés para repartirse los aprovechamientos de esa zona, conocida como Las Faceras.

Hace casi dos siglos, las cortas de leña en ese entorno suscitaron numerosos pleitos entre las juntas vecinales. Ferral consideraba que era el único dueño del monte, pero los integrantes de la mancomunidad del Bernesga de Abajo, donde estaba integrada la villa junto a Trobajo del Camino, San Andrés y Villabalter, defendían que era comunal.

Para evitar «el acaloramiento vecinal», señala el documento, y «habiendo reflexionado con la mayor detención los derechos y lo dudoso del éxito del pleito», resolvieron finalizar el recurso y sellar un convenio. También pesó en la decisión de Ferral el deseo de «evitar los disturbios entre los pueblos limítrofes», y «los crecidos gastos» que les acarrearía proseguir con la vía judicial y que no podrían soportar «por efecto de la miseria a que se hallan reducidos».

En el convenio suscrito hace casi 200 años se reconocía a Ferral como el dueño de la propiedad de los terrenos del monte, pero que las «yervas, leñas y demás producciones de que es suceptible, han de ser de común aprovechamiento de los concejos y vecinos de los cuatro pueblos contendentes».

El acuerdo se actualizó en 1952 y se transformó en otro convenio en el año 2000. En esa fecha se indicaba que el suelo de la parcela consorciada, la número 203, «continuará perteneciendo a las juntas vecinales de Ferral, San Andrés, Trobajo y Villabalter». La primera anotación contable era de 47.369.304 pesetas.

A la vista de esos documentos remitidos por los otros pedáneos, el Catastro respondió a Ferral que de lo aportado «no se desprende indubitadamente que sea el propietario único del monte reclamado». Reconocen que «el aprovechamiento, al menos, corresponde a la mancomunidad de las cuatro juntas vecinales», aunque admiten que «no es competencia de este organismo resolver los litigios de propiedad, uso, disfrute o concesión, salvo documentación probatoria irrefutable, competencia que es de la jurisdicción ordinaria».

La tala del monte común reporta unos 4.000 euros cada cinco años a cada pueblo. Hace dos años, varios episodios de la historia local, junto con los acuerdos del Concejo sobre cuidado de las veceras, el aguador, los arrendos de pastos y corta de chopos, se pudieron recuperar gracias a los viejos libros de actas de la junta vecinal de Trobajo, que se remontan a 1820. En ellos se incluían multas de dos ducados por trabajar las tierras fuera de determinadas fechas, y los maravedíes que debían abonar los abastecedores de la taberna.

Los viejos cuadernos mordidos por el tiempo cobran ahora especial importancia, ya que permiten recordar que los vecinos se unieron antaño para defender sus intereses, para gestionar suelos, montes y molinos, y para establecer los trabajos en común, como facenderas para el arreglo de caminos y fuentes, o para fijar la condiciones para el abasto de vino y las talas. La Hermandad del Bernesga de Abajo nació para la defensa de los núcleos rurales más débiles frente a los cabildos urbanos.

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