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LEÓN ■ POLÍTICA

La crisis de IU provocada por Podemos abre la vía a un nuevo partido en León

Llamazares critica la posible alianza con la coalición morada promovida por Garzón

Pablo Iglesias y Alberto Garzón.

Pablo Iglesias y Alberto Garzón.

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A. C. / COLPISA | LEÓN

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El reforma lanzada por Alberto Garzón, líder nacional de Izquierda Unida, que incluye la alianza con Podemos y «apostar por la centralización» de las agrupaciones federales ha abierto una profunda brecha en las agrupaciones de izquierdas que, no descartan, en el caso de León, seguir a su ex dirigente Gaspar Llamazares para constituir un nuevo partido «para combatir la derecha», como avanzó ayer el miembro y promotor de la plataforma Actúa e integrante de Izquierda Abierta, Santiago Ordóñez, quien también estuvo al frente de Izquierda Unida en León antes de su escisión.

Ordóñez apuntó que nunca ha perdido el contacto con Llamazares y otros líderes de la coalición, pero que en León no se tomará ninguna decisión «previsiblemente antes del verano, ahora mismo sería valorar las cosas demasiado pronto, pero todo se irá precipitando a medida que se acerquen las próximas elecciones» para incidir en que cualquier decisión se tomará mediante reuniones y asambleas.

Ordóñez concretó que el recorte del federalismo de Izquierda Unida, que daba capacidad de acción a las agrupaciones y que a su vez contaban con solvencia financiera, restará valor y acabará degenerando «en una estructura piramidal en la que la general impone sus ideas a las asambleas» y avanzó que la creación de un nuevo partido político en León «sería la última consecuencia de toda una concatenación de errores». Eso sí, defendió su intención de «ir sumando voluntades, un foro de debate para que la izquierda se ponga de acuerdo y combatir la derecha formada por el Partido Popular y Ciudadanos».

Pacto de los botellines

«Viendo cómo evoluciona la izquierda se tienen que dar los pasos oportunos porque la derecha es todo un peligro», concretó Santiago Ordóñez.

Alberto Garzón hace frente actualmente a la deuda cercana a los diez millones de euros, que pesa como una losa en el día a día de IU y que se suma a la declive de los resultados obtenidos en las dos elecciones de 2015. Garzón logró frenar la sangría al firmar ‘el pacto de los botellines’ con Pablo Iglesias, que se tradujo en una decena de escaños para IU en las generales de junio de 2016. No obstante, esa alianza abrió profundas heridas internas en el partido. Los ex coordinadores federales Gaspar Llamazares y Cayo Lara son las caras visibles del grupo de dirigentes históricos que consideran que IU se ha arrodillado ante los neófitos podemistas, que, mantienen los críticos, acabarán por fagocitar a la coalición nacida en 1986 para oponerse a la integración de España en la Otan y que, después, se erigió en la oposición por la izquierda al PSOE.

Llamazares acusó a Garzón de «provocar el suicidio de IU, incluso su hibernación como círculo rojo en Podemos». La integración de ambas fuerzas, añadió, será un «grave error político porque manda a la abstención a una buena parte de la izquierda». Los temores a ser absorbidos por Podemos resurgieron con fuerza la pasada semana después de trascender el propósito de Garzón de centralizar el partido, un plan que presentará a la Asamblea Político y Social del próximo 12 de mayo y que debería culminar con la aprobación de unos nuevos estatutos en julio.

Muchos han visto en este intento de dotar de mayor poder a la dirección nacional un primer paso hacia la fusión con el partido morado. El coordinador federal niega las acusaciones y ha enviado una carta a la militancia en la que asegura que «en ningún caso este proyecto culminará con la absorción de IU en otras formaciones políticas».

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