Inclusión
A plena oscuridad del día
Once y el Ayuntamiento de León organizan una comida a ciegas en el restaurante LAV con motivo del 80 aniversario de la organización y para celebrar la Capitalidad Gastronómica
El restaurante LAV de la capital leonesa vivió hoy una de los servicios de comida más especiales que puedan recordar. Los comensales se sentaron a la mesa ataviados con unos antifaces que les impedían totalmente la visión para enfrentarse a una experiencia multisensorial que la mayoría de ellos vivieron por primera vez.
Esta comida a ciegas, organizada por la Once y el Ayuntamiento de León con motivo del 80 aniversario de la organización y para celebrar la Capitalidad Gastronómica que ostenta la ciudad este año, reunió a una treintena de personas pertenecientes a distintos ámbitos de la sociedad leonesa, entre los que no faltaron empresarios, cargos políticos o representantes de los medios de comunicación.
Los participantes iniciaron el 'experimento' desde el hall del Hotel Alfonso V, donde se encuentra el restaurante y ya sin ver se desplazaron en ascensor, acompañados por personal de la Once, para entrar en el comedor, saludar a los equipos de sala y cocina y ocupar las mesas correspondientes. El pequeño trayecto ya evidenció gestos de inseguridad en alguno de los 'invidentes por unas horas', sobre todo para desplazarse y hasta alcanzar la silla.
Una vez acomodados, recibieron las primeras instrucciones para poder hacer uso de los cubiertos, los platos y los vasos y copas. El menú, que iban descubriendo poco a poco, con una detallada explicación de los responsables del LAV después de cada plato, ofrecía un amplia gama de sabores, texturas y aromas quizá más fáciles de descubrir en ausencia de la vista, cuando otros sentidos se agudizan.
Cangrejo de río con guacamole y patata, crema ligera de patata y maíz con foie, bonito con mosto y aceituna, carrillera de vaca con puré de patata baby y tocinillo de calabaza, merengue seco y helado de cervez Guinness fueron degustados a plena oscuridad y más o menos adivinados, en función de cada paladar.
Risas, comentarios, algún sonido que delataba quizá la caída de una copa u otro elemento -con muchos menos 'accidentes' de los que reconocieron que habían previsto en el restaurante- fueron mezclándose a medida que avanzaba la comida, lo que no evitó algunos lamparones en camisas o manteles quizá más manchados de lo habitual e incluso que algún pedazo de comida acabase nadie supo dónde después de un recorrido incierto.
Con el plato del pan situado a las 11 en un imaginario reloj, el vaso de agua a las 12 y las copas a su derecha y otros pequeños 'trucos' como colocar el cubierto por su parte lisa para tantear los alimentos, los comensales se sumergieron en un ambiente que combinó el aspecto lúdico y el disfrute gastronómico con la toma de conciencia que también perseguía la inicitiva.
Y es que esta propuesta de la Once también sirvió, como reconocieron los participantes y pretendían los organizadores, que personas videntes se pusieran en el lugar de quienes carecen en gran medida o totalmente del sentido de la vista para sentir en primera persona, aunque brevemente, cómo se desarrolla su día a día y los muchos obstáculos a los que se enfrentan en las cosas más cotidianas.
El delegado territorial de la Once en Castilla y León, Ismael Pérez, fue el encargado de dar ese toque de atención a “los representantes de la sociedad civil organizada o desorganizada -bromeó- que asistieron a la comida a ciegas para reclamarles que contribuyan a sensibilizar sobre la realidad de las personas ciegas o con una discapacidad visual grave.
El alcalde de León, Antonio Silván, que acudió a la cita a la que también asistieron representantes de distintas instituciones y partidos políticos, fue el encargado de cerrar el encuentro con unas palabras pronunciadas todavía con los ojos tapados, y lo hizo para agradecer la propuesta de la Once y dar testimonio de que siempre es más fácil entenderlo todo cuando uno se poner en el lugar del otro.